La Moneda que Faltaba
Autora: Mónica Rodríguez del Rey
Si bien la vida en la Antártida encierra la fascinación de lo desconocido e inexplorado, la permanencia allí aunque sea por períodos anuales, no deja de ser sacrificada. Menos mal que la tecnología ha cambiado el aislamiento y la incomunicación padecidos en principio, por los pioneros integrantes de las distintas Bases.
Así es como Peto, el petrel más chismoso que existe, escuchó desde una de las ventanas de la Base Carlini (ex-Jubany), que el diputado José Ignacio Rodó proponía desde un noticiero, acuñar nuevas monedas, tal como las que se lanzaron con motivo del Bicentenario. Ahí nomás, al petrel se le ocurrió una idea y convocó a representantes de las Bases Antárticas.
Si bien la noticia corrió (mejor dicho, voló) rápidamente, hubo que dar tiempo a que pingüinos y focas y pudieran llegar, pues no vuelan como palomas, skúas, albatros o parientes del convocante.
Por fin llegó el día esperado y cada uno de los representantes asistió intrigado a la cita.
- Los he convocado- comenzó Peto muy solemne- porque tengo una noticia sumamente buena para todos nosotros: Acuñarán nuevas monedas y...
- ¿Y qué nos importa si acá en la Antártida, no hay kioscos para comprar golosinas ni colectivos para viajar de un lado a otro?-interrumpió Rita, la foca de Base Marambio.
- Dejalo hablar, nena!-ordenó Esperanzo, el skúa enviado por la Base Esperanza.
- Gracias. Pensé que sería una gran oportunidad para que nos tengan en cuenta-explicó el petrel.
- ¿De qué manera, Peto?-se interesó Manuel, el pingüino de Base Belgrano.
- Tendríamos que decidir con qué imagen puede aparecer nuestro territorio en una moneda como las que ya se hicieron para el Bicentenario.
- ¿Cómo te enteraste?-preguntó Blanca, la paloma de Base Orcadas.
- Siempre picoteo en una ventana de la Base Carlini, porque los muchachos me dejan migas y ahí estaban escuchando las noticias. Un diputado proponía nuevas monedas-contó el petrel. - ¿Carlini, decís? Vos no anidabas en la Belgrano?-aleteó Martín, un albatros de la Base San Martín.
- Sí, pero tuve una discusión con mi compañera y decidí mudarme para que sufra un poco.
- ¿Y volverás a ella?-curioseó la foca.
- ¡Claro! Pero dejemos de ventilar la vida privada y vayamos a lo nuestro.
- Tiene razón. Hay que elegir una imagen que nos represente-propuso el skúa.
- Bueno, que cada uno tire una idea y después resolvemos por votación-agregó el albatros.
- Yo tengo un hermoso perfil y si me lustro el pico, mi imagen lucirá genial en la moneda!-opinó levantando un ala el pingüino Manuel.
- Pero éste se agrandó como Quirico, el empetrolado que salió en la National Geographic!-protestó la paloma.
- Un avión Hércules como el que llega a Marambio, estaría mejor-sugirió la foca.
- ¡No! Parecería que representa al Aeroparque de Buenos Aires-intervino el petrel.
- En mi Base hay escuela, podríamos dibujarla o a mí con mis anteojos que me dan un aire intelectual...-propuso el skúa.
- ¡Ja, ja, ja! Un skúa con anteojos!-se rió la paloma a pico abierto.
- No me imagino un skúa con anteojos, en una moneda de un peso-opinó el pingüino ofendido porque habían rechazado su figura.
- Y bueno, en vez de ser de un peso, que sea de cinco pesos-insistió la skúa.
- Los moldes deben estar hechos en la Casa de la Moneda o en el Banco Central o qué se yo adónde-opinó Peto.
- Ya que descartaron la idea que propuse del Hércules, entonces podría ser mi imagen la que aparezca...-dijo la foca.
- Ya están las de Mar del Plata, Rita-negó el albatros.
- Existe la duda si en las del Bicentenario los que aparecen son lobos marinos o focas. Por los bigotes podríamos reconocerlos. En la escuela de mi Base hay muchos libros para consultar-explicó el skúa.
- ¡Ufa, éste con su aire de sabihondo!-protestó el pingüino.
- Busquemos otra propuesta-sugirió el petrel-En las monedas del Bicentenario aparece el Palmar de Colón.
- Sí, pero acá en la Antártida, los árboles no existen...-acotó la paloma. -
-
Y bueno, si se trata de algo verde, líquenes hay-agregó la foca.
- No nos representaría... En mi Base trabajan científicos, podríamos ponerlos con guardapolvos y tubos de ensayos-sugirió la paloma.
- Nena, para todo eso sería necesario que el diámetro de la moneda fuera de medio metro-se burló el pingüino.
- No exageres, Manuel. Estamos tratando de ponernos de acuerdo, pero...¿Cómo haríamos para acercar nuestra idea?-preguntó el Esperanzo. -Hay que dirigirse a Rodó y proponérselo-dijo el petrel.
- ¿Quién rodó?-interrogó la foca.
- Nadie. Rodó es el apellidó de Pepe Nacho, el diputado ése que habló en el noticiero-explicó Peto.
- ¿Lo conoces?-aleteó el pingüino.
- No.
- Ah, como lo llamas con sobrenombre...-agregó el albatros.
- Claro, como si fuésemos parientes-dijo el skúa.
- ¿Y nos atenderá sin conocernos?-preguntó la foca.
- Yo no pienso volar hasta Buenos Aires!-advirtió la paloma de Orcadas.
- No hará falta, en las Bases hay formas de comunicarse-aclaró Peto.
- Y los muchachos son re buenos con nosotros-coincidieron todos.
- ¿Será porque ya no hay más perros en la Antártida?-reflexionó el pingüino Manuel.
- Si ellos estuvieran, seguro que querrían estar en la nueva moneda, como dicen ser el mejor amigo del hombre...-refunfuñó la foca.
- Yo me considero más inteligente-aseguró el skúa.
- Y yo más rápido porque en vez de patas tengo alas-exclamó el albatros.
- Lo bueno es que ninguno de nosotros tuvo que trabajar como ellos en los trineos-completó la foca de Marambio.
- Basta ya de chismosear y vamos al asunto!-ordenó Peto.
En medio de la reunión, se posó un cormorán que había estado revoloteando.
- Llegas tarde, viejo!-dijo el pingüino.
- ¿Y éste quién es? ¿De dónde salió?-preguntó la paloma.
- Me llamo Guillermo. Vengo de la Base Alte. Brown porque me enteré-contestó tímidamente el cormorán.
- Ah, pero te equivocaste pues tu Base es transitoria!-aclaró la foca.
- ¿Y eso qué tiene que ver?-se defendió el recién llegado.
- Que todos nosotros representamos a las Bases Permanentes, las que hacen el "aguante" siempre...-le respondió el albatros.
- Seamos democráticos y aceptémoslo-intervino el petrel.
- Este mamarracho no pretenderá salir en la moneda, ¿no?-aleteó el pingüino.
- No lo ofendas, Manuel. Cuida tu pico. Quizás él tenga una buena idea-pidió Peto.
- Dice la verdad: parece una cruza entre pingüino y paloma-acotó el skúa.
- Eso no puede ser posible-afirmó el petrel.
- Tiene alas, cabeza y pico oscuros y panza blanca como paloma.¡Qué mezcla!-sonrió Esperanzo.
Todos soltaron la carcajada menos el cormorán.
- Y como tiene ojos azules, creerá que también su sangre es azul como la de reyes y príncipes-agregó Rita palmoteando por la ocurrencia que fue festejada con un aplauso.
- Cállense, criticones!-ordenó el petrel- Bienvenido, Guillermo, a esta reunión.
- Gracias- contestó el aludido.
El debate se prolongaba y no llegaba a un acuerdo. Sin decirlo, cada uno soñaba con aparecer en la cara de una moneda. En medio de una acalorada discusión (a pesar del frío), todos quedaron mudos al ver a los integrantes de una dotación desplazarse en el horizonte, con la rapidez posible, en medio del hielo arrastrando sogas, picos, palas y lonas. Los animales se miraron entre sí y presintieron una tragedia. No se equivocaban: dos hombres habían caído en una grieta profunda y era preciso rescatarlos de inmediato. En silencio foca, y pingüino se encaminaron en fila siguiendo las pisadas de la patrulla, mientras paloma, petrel, albatros, skúa y cormorán los acompañaban desde el aire.
Había comenzado a nevar y el viento helado azotaba con fuerza. Sin embargo, los hombres no cesaban en su tarea de salvataje, mientras los animales permanecían quietitos observándolos.
Era necesario rescatarlos antes que se hundieran más y murieran congelados. Pasaron algunas horas cuando, los accidentados, asomaban de la grieta sostenidos por sogas tendidas por la dotación. Aunque extenuados, todos celebraron con aplausos y abrazos el éxito de la esforzada misión.
Los animalitos se miraron con emoción. Esos hombres podrían, en estos momentos, estar en el territorio, en viviendas confortables y rodeados de sus afectos. Eligieron, sin embargo, permanecer en la Antártida, separados por miles de kilómetros, para custodiar la soberanía en los confines del globo. ¿Ellos no merecerían estar representados en la nueva moneda? Por unanimidad votaron que la imagen merecedora de una cara del metal, debía ser la de la Península Antártica con sus islas, porque sería una forma de estar presente no sólo haciendo ruido en los bolsillos sino también en los corazones de quienes habitan la Argentina.
La historia es fantasiosa, pero... ¿no sería bueno que se convirtiera en realidad?
¿Recordamos las Bases Antárticas?
Cuento que integra la colección de narraciones sobre la Antártida dedicadas a los niños, escritas especialmente por la autora para la Fundación Marambio.
Estos cuentos son: