Crónica de un rescate en la Antártida Argentina
Dos hombres de Jubany cayeron en una grieta
Por el Coronel Víctor Hugo FIGUEROA
El 18 de septiembre del pasado año los medios dieron a conocer una noticia, que conmovió a toda la sociedad argentina: dos argentinos pertenecientes a la dotación de la Base Jubany en la Antártida Argentina, que depende de la Dirección Nacional del Antártico (DNA) y es operada alternadamente por la Armada y el Ejército, habían caído a una grieta. No se tenía certeza sobre la suerte que habían corrido.
SITUACIÓN
Una patrulla integrada por el Capitán de Corbeta Jorge PAVÓN, el Licenciado en Biología Augusto THIBAUD, los Suboficiales Primeros Alejandro CARBAJO y Mario A. LEONHARDT, y el Suboficial Segundo Electricista Teófilo GONZÁLEZ, que estuvieron realizando visitas de protocolo e intercambio de información científica y logística en algunas de las bases extranjeras que se encuentran en la isla 25 de Mayo, perteneciente a las Shetlands del Sur.
Al finalizar las actividades previstas, las adversas condiciones del tiempo les impidieron emprender el regreso, debiendo esperar hasta la mañana del 17 de septiembre, cuando partiendo desde la Base Uruguaya Artigas en tres motos Ski-doo, ascendieron a la parte superior del glaciar Collins por la misma ruta que habían usado en el trayecto de ida. La primera parte del recorrido transcurrió sin inconvenientes, hasta que en un momento un blanqueo los obligó a desviarse de la ruta y se encontraron con un campo de grietas que los obligó a retornar por la huella dejada y regresar al camino seguro. De pronto, la primera moto en la que viajaban el Licenciado THIBAUD y el Suboficial GONZÁLEZ, al pasar por una grieta cubierta por las nevadas anteriores, rompió el puente de nieve y desapareció de la faz del glaciar con sus dos tripulantes sin poder hacer nada, ante la atónita mirada de sus tres compañeros, quienes detuvieron la marcha a diez metros del borde. El Capitán PAVÓN trató infructuosamente de comunicarse por radio con los desaparecidos: acercándose al borde de la grieta gritó sus nombres desesperadamente sin recibir respuesta.
Envió de inmediato un SOS. Las bases King Sejong de Corea de Sur, Frei de Chile y Artigas de Uruguay, fueron las primeras que trataron de acudir en su ayuda. Personal de la base coreana se aproximó con vehículos a oruga a la zona del accidente, pero el incidente con una grieta los hizo desistir del intento de rescate que consideraron muy riesgoso continuar.
La Base Frei destacó a la zona su helicóptero, que trató de evacuar a los tres sobrevivientes, quienes se negaron a abandonar el lugar, sin tener noticias de la suerte corrida por sus compañeros. Como las condiciones meteorológicas desmejoraron, el helicóptero regresó a su base y los tres permanecieron a la intemperie durante treinta horas -no llevaban carpas-, hasta que fueron rescatados por el helicóptero de Freí en un estado de deshidratación avanzado.
El 18 de septiembre el 2do. Comandante Antártico del Ejército, luego de una reunión realizada en el rompehielos Almirante Irízar de la que participaron el Comandante Conjunto Antártico y el Director Nacional del Antártico, impartió la orden de realizar los preparativos pertinentes para la conformación de una patrulla de Búsqueda y Rescate.
RELATO DE LOS HECHOS
Ese mismo día fui designado Jefe de Patrulla, integrada por el Mayor Carlos MONTENEGRO, los Suboficiales Principales Ángel BULACIO y Luis CATALDO, los Sargentos Ayudantes Luís GONZÁLEZ, Juan BRUSASCA y Joaquín MOYA. Con todo nuestro equipo partimos en un avión C-130 Hércules de la Fuerza Aérea Argentina con destino a la Base Freí, donde aterrizó a las 17:30 hs, previa escala técnica en la ciudad de Ushuaia.
Durante el viaje fui planificando los posible modos de acción a seguir y de acuerdo a los medios de que dispondríamos en la base chilena. Al llegar me reuní con el Comandante de la base Freí, los pilotos de su helicóptero y el Capitán PAVÓN, para interiorizarme sobre lo ocurrido, las características de la zona y coordinar cuestiones relacionadas con vuelo.
Al no poder partir de inmediato, nos alojamos y preparamos el equipo y material necesario para partir a la mañana siguiente.
El 20, ante la premura de encontrar a nuestros camaradas antárticos y la imposibilidad de acceder directamente al lugar del accidente por no estar dadas las condiciones meteorológicas y seguridad, le pedí al piloto que nos dejara lo más cerca posible.
Desembarqué con cuatro hombres y todo el equipo necesario a unos 4,5 km. En ese sitio instalamos el campamento base e iniciamos una marcha con elementos necesarios para descender a la grieta y empezar el rescate. La marcha fue muy dura por las condiciones del glaciar, el desnivel de más de 300 m y el peso de nuestras mochilas. Nos llevó dos horas. Cuando llegamos el mal tiempo continuaba; no obstante iniciamos los trabajos para descender a la grieta, que según mi apreciación debía tener una profundidad de 40 a 45 m. Designé al Suboficial Principal CATALDO para que se equipara y bajara.
La búsqueda continuó durante todo el día sin resultado, primero con un recorrido de la grieta: si estaban vivos los tendríamos que encontrar en el momento, pero al no detectar ningún indicio de vida, realizamos un sondeo sistemático en todo el sector. Alrededor de las 20:00 hs, cuando la visibilidad impidió continuar, suspendí las tareas de búsqueda, se pusieron en marcha las dos motos dejadas en el lugar y regresamos al campamento base. Al día siguiente, retornando al lugar, reiniciamos la búsqueda. Descendieron dos hombres, quienes realizaron excavaciones y nuevos sondeos. Alrededor del mediodía bajé a la grieta para analizar la situación y replantear las acciones a seguir y ante la certeza que ya los accidentados estaban sin vida, aparentemente sepultados por una gran cantidad de nieve, la prioridad pasaba ahora por nuestra seguridad y por tratar de encontrar los cuerpos.
El 22, ante un pronóstico poco alentador de fuertes vientos y nevadas nos replegamos a la base para reaprovisionarnos, recuperarnos y secar nuestro equipo.
Al día siguiente, regresamos con mejores condiciones. Sólo quedó el Sargento Ayudante BRUSASCA responsable de las comunicaciones. Ahora éramos seis los que formaríamos dos grupos para bajar alternativamente tratando de cavar y despejar la zona de nieve. La arrojábamos al interior de la misma grieta cuya profundidad no se podía estimar, hecho que facilitó nuestro trabajo ya que de lo contrario hubiese sido imposible sacar la nieve hacia el exterior. Esta vez logramos instalar el vivac a pocos metros del borde de la grieta y aprovechamos mejor el tiempo.
Esta tarea se extendió por seis días durante jornadas de más de diez horas, que era lo que la luz natural nos permitía, consumiendo solamente café o chocolate. Trabajábamos casi siempre con mal tiempo. Esto entorpecía las actividades porque la nieve que era arrastrada por el viento caía sobre nosotros mojando nuestros equipos. Durante la noche el temporal continuaba y al día siguiente la nieve acumulada en el interior de la grieta era similar a la que habíamos sacado: esto significaba empezar de nuevo.
EL RESCATE DE NUESTROS CAMARADAS ANTÁRTICOS CHILENOS
El 28 de septiembre en horas de la noche, me informaron por radio que siete hombres de la base chilena O'Higgins cayeron en una grieta mientras se desplazaban dentro de un vehículo SnoCat (un vehículo más grande que la moto, con un peso alrededor de 4 toneladas). Argentina ofreció su ayuda, teniendo en cuenta estábamos relativamente cerca.
Al día siguiente recibí la orden de suspender nuestra búsqueda y concurrir para colaborar con la gente chilena.
El helicóptero nos trasladó a los argentinos hasta la base. Subimos al Twin Otter, uno de los aviones más seguros para volar en estas regiones por tener adaptado un sistema de patines que le permite aterrizar en la nieve; pero todo el recorrido era sobre agua. En esta oportunidad me acompañaron el Mayor MONTENEGRO y los Suboficiales BULACIO, CATALDO y AGUILERA MENESES.
Después de 40 minutos de vuelo, el avión aterrizó en un glaciar distante 2 km de la base O'Higgins y a21 km del lugar del accidente.
El aterrizaje no fue suave: las malas condiciones de visibilidad no permitían tener una buena referencia de la profundidad de la pista. Al llegar, con toda premura, hablé con el Comandante de la Base, le pedí las coordenadas del accidente y del paso Mackenna (único lugar de acceso). Una cadena montañosa separa la Base del glaciar del lugar del accidente, solo se disponía de una moto, le completamos combustible y partimos. El GPS fue fundamental ya que por un blanqueo la visibilidad se vio limitada a no más de cinco metros; el desplazamiento era rápido para evitar caer en una grieta. La velocidad de la moto cumplía un papel importantísimo para la seguridad ya que el terreno era peligroso y prácticamente no teníamos ninguna posibilidad de ayuda. Si sufríamos un percance, el helicóptero que había concurrido y se encontraba en la Base para apoyar la operación no podía volar por meteorología, por lo que solamente fuimos BULACIO y yo. El resto quedó a la espera de que el clima mejorara y les permitiera trasladarse al lugar en Helicóptero.
La suerte nos acompañó durante todo el trayecto. Al llegar al lugar nos encontramos con cuatro hombres, quienes desde horas muy tempranas estaban trabajando con sistemas precarios de rescate, porque gran parte del material se encontraba en el trineo dentro de la grieta. El Teniente Coronel Mauricio TORO, Segundo Comandante de la Base, expresó su alegría y sorpresa por nuestra presencia, pues no tenía noticias de nuestro arribo al lugar. Con tristeza me cuenta que los tres hombres que no pudieron ser rescatados habían perdido la vida. Me hice cargo de la situación: ellos estaban muy agotados por el esfuerzo realizado desde la madrugada, a la intemperie y soportando una temperatura que promediaba los 20º bajo cero. Dos hombres se encontraban trabajando dentro de la grieta para liberar los cuerpos, y transcurridas varias horas lograríamos recuperan los tres muertos. Alrededor de las nueve de la noche trasladamos los cuerpos al Refugio Abrazo de Maipú, que se encuentra a 4 km de donde estábamos y ahí debieron quedar por no ser posible su traslado con los medios disponibles en ese momento, continuando viaje a la Base en medio de una oscuridad y teniendo que soportar una ventisca que dificultaba la marcha.
Al día siguiente por pedido del Comandante de la Base, con el Sargento Ayudante AGUILERA y tres hombres de la dotación, fuimos a recuperar los cuerpos para poder traerlos a la Base, pero al llegar al refugio nos sorprendió un fuerte temporal de viento blizzard que en pocos minutos hizo imposible cualquier desplazamiento. El viento, que superaba los 150 km/h hacía que la sensación térmica fuera mas de 40º bajo cero de temperatura, por lo que al llegar al refugio sacamos los cuerpos y nos refugiamos hasta que pasara el temporal, que continuó por cinco días. Las condiciones de supervivencia eran muy precarias, con escasos de alimentos y la imposibilidad de racionar en caliente. Por fin, las condiciones mejoraron y pudimos retornar a O`Higgins con los cuerpos del Capitán Enrique ENCINAS GALLARDO y los Suboficiales Fernando BURGOS REYES y Jorge BASUALDO BRAVO.
OTRA VEZ A LA BÚSQUEDA
Hasta el 10 de octubre debimos esperar para regresar a la base Frei y continuar con la búsqueda de GONZÁLEZ y THIBAUD, pues las condiciones climáticas impidieron que el avión pudiese volar.
Una vez en Frei, quedamos a la espera de que su helicóptero finalizara la inspección de rutina pero, el 17 de octubre el Comandante de la Base me informó que la aeronave quedaba fuera de servicio y que sería imposible repararlo en el futuro inmediato.
Esto me obligó a analizar la manera más segura de seguir adelante. De lo contrario deberíamos abortar y esperar al verano cuando el rompehielos estuviese en zona y contar con el apoyo de los helicópteros. Otra posibilidad era el desplazamiento rodeando el glaciar pero la distancia de 22 km y la cantidad de equipo que debíamos llevar me hizo desistir. Por último, sabía que los coreanos disponían de dos botes de gran porte que nos podía llevar a la playa donde rompe el glaciar y desde ese lugar hacer la aproximación caminando; el inconveniente que me presentaba era que ante cualquier percance, no podríamos ser evacuados de inmediato, riesgo que asumió toda la patrulla.
Pedí la colaboración de la base coreana, quien me dijo que para ellos era una obligación ayudarnos. El 18 no pudimos comenzar con las operaciones: la bahía estaba cubierta de escombros y no se podía navegar. Por fortuna, esa noche sopló viento despejándola; a la mañana temprano arribaron los botes y tras dos viajes de 35 minutos fuimos desembarcados en la playa de la caleta Marian, a 6,5 km de la grieta.
Cuando llegamos al lugar del accidente, instalamos las carpas construyéndoles una protección con bloques de nieve alrededor para protegerlas del viento. Al día siguiente, regresamos a la costa para buscar el resto del material.
De vuelta en el vivac, un primer grupo de cuatro personas bajó y comenzó a trabajar en la grieta, que por el tiempo transcurrido se encontraba casi tapada por la nieve acumulada y su abertura reducida a unos pocos metros.
La rutina de trabajo comprendía levantarse temprano, instalar todos los anclajes, desplegar las cuerdas, equiparse y comenzar a bajar. El primero lo hacia a las 8:30 hs y finalizaba a las 19:00 hs, en que comenzábamos a sacar los que habían trabajado y deshacer todo lo montado, cuando las condiciones se fueron dando y el tiempo se nos acababa comenzó a trabajar un hombre mas; el deber de encontrar los cuerpos era un desafío, el tiempo siguió pasando y nada, hasta que el día 24 el grupo encontró unos pedazos de hielo impregnados en combustible y unas manchas de aceite adherida a la pared todo esto sumado al fuerte olor a nafta que nos daba la pauta que estábamos en la dirección correcta.
El día 24 encontramos pedazos de hielo con combustible y aceite en la pared de la grieta, lo que significaba que estábamos buscando en el lugar correcto; el instinto no nos podía fallar. El 25 de octubre, a las 11:40 hs, se encontró la moto Ski-doo: una sensación de alivio y paz invadió mi cuerpo después de 36 días de incertidumbre. Luego de tres horas de sacar nieve para liberar la moto, apareció el cuerpo de THIBAUD. Seguimos buscando hasta que se hizo de noche pero sin resultados. Queríamos encontrar al suboficial el mismo día ya que nos imaginábamos por lo que estarían pasando los familiares al saber que el otro cuerpo no aparecía. El 26 la búsqueda comenzó mas temprano de lo habitual. Ello dio sus frutos: a las 11:30 hs encontramos a GONZÁLEZ, que subido a la superficie, fue ubicado en un trineo improvisado para su traslado.
Al mediodía bajamos a la playa, donde nos esperaban los botes. Llegamos a Frei y nos preparamos para regresar. Un avión de la Base Marambio llevó el equipo, el material y a un suboficial. A la mañana del día siguiente nos despedimos de toda la dotación, con quien habíamos compartido momentos muy duros, y despegamos rumbo a Marambio en un avión C-130 Hércules. Arribamos al Aeroparque Jorge Newbery donde fuimos recibidos por el Jefe del Estado Mayor Teniente General Roberto BENDINI, el Subjefe del Estado Mayor de la Armada Vicealmirante Benito ROTOLO, el Director Nacional del Antártico Dr. Mariano MEMOLLI, por nuestros familiares y los de las víctimas.
COMENTARIO FINAL
El Ejército nos ordenó la honrosa misión de encontrar y rescatar los cuerpos de nuestro camarada antártico de la Armada y a un científico de la Dirección Nacional del Antártico para entregárselos a sus familias e hicimos el máximo esfuerzo para poder lograrlo teniendo como horizonte que el cumplimiento del deber sólo termina cuando se logra el objetivo fijado.
Creemos haber respondido con tenacidad, con una actitud que demuestra la capacitación y el elevado perfeccionamiento que debe tener un soldado en cualquier misión, al desafío que plantea un medio tan hostil como el antártico. A la vez, hemos acudido solidariamente al rescate de camaradas, demostrando a la comunidad antártica los valores y compromiso que animan al Ejército Argentino.
En la historia antártica argentina, han perdido la vida muchos compatriotas. Los cuerpos de 27 de ellos todavía permanecen allí.