Eventos de desprendimiento masivo, como el que formó el iceberg A-68 en el año 2017, puede desestabilizar las plataformas de hielo y captar la atención del público.
Pero la poca frecuencia de los desprendimientos extremos hace que sea difícil para los científicos predecirlos y comprender si están relacionados con el cambio climático.
Para explorar posibles conexiones entre el cambio climático y la formación de grandes icebergs en la Antártida, se llevó a cabo el primer análisis a largo plazo de los icebergs anuales más grandes del continente.
Debido a que los eventos de parto tan grandes son raros y están distribuidos de manera desigual, los investigadores utilizaron enfoques estadísticos específicamente orientados a conjuntos de datos pequeños con colas largas para buscar cambios en la frecuencia de los eventos de parto a lo largo del tiempo.
Se centraron en los icebergs más grande que se formaron en cada año desde 1976 hasta 2023.
Estos icebergs tenían superficies de hasta 11.000 kilómetros cuadrados (4.247 millas cuadradas).
El estudio reveló que la superficie del iceberg anual más grande disminuyó ligeramente con el tiempo y que, a pesar de la creciente influencia del cambio climático, el riesgo de un evento extremo de desprendimiento no aumentó.
Debido a que el clima se calentó durante el período de estudio, pero el área más grande del iceberg no aumentó, los hallazgos sugieren que los eventos extremos de desprendimiento no son necesariamente una consecuencia directa del cambio climático.
Sin embargo, el número de eventos de parto más pequeños vienen aumentado con el tiempo, según otro trabajo.
Este estudio destaca el papel de estos eventos en el desgaste del hielo antártico en una “muerte por mil cortes”, aunque los desprendimientos extremos aparecen en titulares dramáticos.
Las formaciones de icebergs más comunes y pequeños son la principal fuente de pérdida de masa impulsada por el cambio climático en la Antártida.
Los investigadores descubrieron que el iceberg más grande de la Antártida podría estar aún por llegar, aunque no predicen un aumento en la frecuencia de eventos extremos de desprendimiento, su modelo sugiere que un iceberg (una vez en un siglo) podría tener aproximadamente el tamaño de Suiza (38.827 kilómetros cuadrados, o 14.991 kilómetros cuadrados).