Decíamos en diciembre del año pasado (2023), quo un enorme desprendimiento del hielo antártico que tras permanecer encallado en el mar de Weddell comenzó a moverse por el "callejón de los icebergs". Sus beneficios y posibles consecuencias.
Luego de 30 años, un gigante de hielo se despertó en el sector antártico, se trata del iceberg catalogado como A23a.
Es una enorme masa de 4.000 km², comparable a una superficie del tamaño de 20 veces la ciudad de Buenos Aires, quien puso fin a un letargo de tres décadas y navega sin ataduras por el mar de Weddell hacia el Océano Atlántico.
Nos preguntamos: ¿Este enorme iceberg representa algún peligro para la navegación o las costas argentinas? ¿Es otra consecuencia del cambio climático?
UN ICEBERG INMENSO FORMADO EN 1986
Fue durante ese año que se produjo una enorme ruptura en la plataforma de hielo Filchner del Continente Blanco.
Tal vez por sus enormes dimensiones no pudo desplazarse libremente mucho tiempo.
A poco del desprendimiento, encalló en el propio mar de Weddell y quedó allí paralizado.
Se mantuvo en esa condición durante 30 años.
Allí había una base de investigación soviética que alcanzaron a desmantelar antes de que quedara aislada en el mar antártico.
Hasta que, en el año 2020, en plena pandemia, los científicos notaron que había comenzado a moverse; la ciencia quiso saber el motivo y comenzó a investigar.
Primero muy lentamente, pero ya en 2021 lo hizo a mayor velocidad y se convencieron de que el iceberg A23a estaba libre nuevamente y recomenzaba su "navegación".
¿EL CAMBIO CLIMÁTICO LLEGÓ A LA ANTÁRTIDA?
Por el momento no hay una evidencia clara de que esa sea la causa para semejante formación de hielo y tampoco para que, tres décadas más tarde, esté navegando por el mar antártico.
El geólogo británico Oliver Marsh, especializado en la Antártida, les dijo a los medios que, pese a lo enorme del iceberg, se debe a un fenómeno estrictamente natural y no puede ser imputado a la situación del cambio climático.
El hecho de haber perdido parte de su masa -por el deshielo de cada año- lo liberó de la atadura que lo mantenía fijo a otros bloques en el mar.
Ahora avanza hacia lo que se conoce como "el callejón de los glaciares", una ruta "natural" que siguen hacia el noreste los témpanos que se desprenden de esa zona.
UNA DE CAL Y UNA DE ARENA
Sin embargo, hay una señal de alerta. El A23a tiene 4000 m² y un espesor en sus paredes de 400 metros.
Para tener una noción de su tamaño, es 100 metros más alto que la torre Eiffel.
Esto provoca que se haga más complejo el acceso al alimento de algunas criaturas antárticas como focas o pingüinos.
Los peces con que se alimentan se alejan de la zona porque no pueden pasar por debajo de la masa sumergida del iceberg.
Pero no todo es negativo, los científicos aseguran que mientras se desplaza se producen resquebrajamientos en su masa.
Eso libera el llamado "viento blanco con polvo mineral".
Son fragmentos de minerales que quedaron atrapados en el agua congelada.
Ahora se desprenden del témpano y caen en la superficie marina.
Esos minerales enriquecen al agua salada y ayudan -en el círculo de la vida- a los nutrientes para los organismos que están en el primer nivel de la cadena alimentación en los océanos.
ACTUALMENTE EL ICEBERG A32A SIGUE GIRANDO EN CÍRCULOS TRAS LIBERARSE
En el transcurso del año 2024, el A23a, el iceberg está girando en su lugar y tras abandonar las aguas antárticas, quedó atrapado en un vórtice sobre un monte submarino.
Imagina un trozo de hielo de unos 3885 kilómetros cuadrados de superficie y muy profundo girando lenta pero constantemente, lo suficiente como para girar completamente sobre sí mismo.
El iceberg está girando cerca de las islas Orcadas del Sur, a unos 603 kilómetros al noreste de la península antártica, "manteniendo una fría rotación de 15 grados por día", dijo en redes sociales la Prospección Antártica Británica, el instituto de investigación polar del Reino Unido.
Dijo Alex Brearley, oceanógrafo físico y jefe del grupo de investigación de océanos abiertos de la Prospección Antártica Británica: "Básicamente está ahí, girando, y se derretirá muy lentamente mientras permanezca allí, lo que no sabemos es con qué rapidez saldrá de esto."
El A23a se ha visto envuelto en un drama desde el principio, un rasgo que recogió de su progenitor.
El A23, aun mayor que el A23a, fue uno de los tres icebergs que se desprendieron de la barrera de hielo Filchner en 1986.
En el momento del desprendimiento, el A23 albergaba un centro de investigación de la Unión Soviética y los investigadores tuvieron que abandonarla.
El A23a se desprendió ese mismo año y tocó fondo en el mar de Weddell, donde permanecería 34 años más.
AGUAS ANTÁRTICAS
En el año 2020, el A23a se liberó por fin y el pasado diciembre comenzó a alejarse de las aguas antárticas en un largo meandro por el océano Antártico.
Él oceanógrafo físico Alex Brearley a bordo de un buque de investigación, tardaron casi un día entero en rodearlo durante una visita y que quedaron asombrados, manifestando: "Parece tierra; es la única manera de describirlo"
Pero en primavera de ese año, el A23a empezó a dar vueltas.
Utilizando imágenes por satélite, la Prospección Antártica Británica observó por primera vez el iceberg girando.
Los grandes icebergs antárticos se designan con las letras A, B, C y D según el lugar de la Antártida del que procedan, y solo reciben un número una vez que han alcanzado un tamaño suficiente.
Su orden secuencial muestra desde cuándo el A23a encabeza la lista de los mayores icebergs del mundo: el A76 se formó en 2021, pero se derritió dos años después.
El iceberg se encuentra en una zona del océano Antártico conocida como "el callejón de los icebergs", un lugar popular para los icebergs.
Normalmente, los grandes icebergs se desplazan rápidamente y son absorbidos por la corriente circumpolar antártica, la mayor corriente oceánica del mundo. Los bloques de hielo acaban saliendo disparados hacia el este, a aguas más cálidas, donde empiezan a fundirse y desintegrarse. Brearley describió la transición como "un baño de agua caliente" solo un par de grados por encima del punto de congelación.
No es el caso de A23a, el gigantesco iceberg quedó atrapado en lo que se conoce como una columna de Taylor, una corriente que se forma alrededor de los montes submarinos.
La corriente estándar diverge alrededor de la montaña submarina y crea un cilindro estancado de fluidos por encima del monte submarino, haciendo girar lentamente el agua en sentido contrario a las agujas del reloj alrededor de la protuberancia.
FENÓMENO GEOFÍSICO
La protuberancia sobre la que está nadando A23a tiene unos 100 kilómetros de diámetro y se eleva desde el fondo marino hasta una altura de unos 1000 metros, dijo Brearley, quien lo calificó de "fenómeno geofísico bastante genial".
Agregó que no se sabe con qué frecuencia se forman estas columnas de Taylor ni con qué frecuencia quedan atrapados en ellas los icebergs y no hay suficientes datos de satélite ni cartografía submarina para comprender plenamente la frecuencia del fenómeno.
Dijo, tampoco está claro cuánto tiempo permanecerá el iceberg en su lugar.
Pero una cosa es segura, que el mayor iceberg del mundo no se derretirá e inundará el hemisferio sur.
El deshielo de los icebergs y la eliminación de las plataformas de hielo flotantes no causan directamente el aumento del nivel del mar, dijo Brearley.
Además, señaló un estudio de 2015 que observó un flotador robótico, parte de una flota de instrumentos que se dejan llevar por las corrientes oceánicas para medir la temperatura del agua, atrapado en una columna de Taylor durante cuatro años justo al noreste de la ubicación actual de A23a.
Si el A23a pasa un tiempo prolongado en el vórtice, el iceberg podría derretirse considerablemente y afectar al plancton y a otros organismos de la cadena alimentaria marina de la zona, dijo Brearley.
Christopher Shuman, glaciólogo y profesor de investigación de la Universidad de Maryland, en el condado de Baltimore, supuso que el A23a acabaría siguiendo el camino de otros grandes icebergs, hacia la isla de Georgia del Sur, en el Atlántico Sur, y se derretirá.
Señaló el iceberg A68a, que en 2020 giró durante meses un poco más al oeste de donde se encuentra ahora el A23a antes de ser liberado.
Pase lo que pase, "los márgenes de la Antártida" y sus misterios seguirán fascinándonos, dijo Brearley.
Señaló un eslogan utilizado entre los glaciólogos: lo que ocurre en la Antártida no se queda en la Antártida y dijo: "Esta es una de las formas en que la Antártida se acerca al resto del mundo".