El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) promueve la producción de lechuga, perejil, rúcula, albahaca y acelga en la Antártida.
El organismo instaló el segundo Módulo Antártico de Producción Hidropónica (MAPHI 2) y avanza con esta técnica de cultivo.
Se trata de plantas de fácil manejo y rápido crecimiento para alimentar con verduras de calidad a quienes trabajan en la Base Conjunta Esperanza.
El proyecto está integrado por el INTA, el Comando Conjunto Antártico, la Dirección Nacional del Antártico y la Universidad Nacional de la Patagonia Austral.
El sistema productivo que comenzó a funcionar en Base Esperanza durante la Campaña Antártica de Verano 2022/23, es hidropónico e Indoor.
El cultivo se desarrolla en un medio líquido, sin suelo, en un espacio en el que se relevan las condiciones de humedad y temperatura en tiempo real, lo que permite producir durante todo el año.
Conocida como la base destinada al sostén logístico de la actividad científica, la Base Esperanza alberga aproximadamente a más 60 personas dedicadas al reconocimiento y exploración del terreno, la geografía, la construcción de refugios, el estudio de la topografía, fauna, flora y meteorología.
En esta base también hay familias, por ello funciona la Escuela Provincial Nº 38 "Presidente Raúl Ricardo Alfonsín", que depende de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
Los habitantes de la base, conformada por un grupo de viviendas, puede pasar hasta un año en el continente blanco, por lo que contar con alimentos frescos y de calidad es una necesidad imperiosa, más para los niños y jóvenes que allí habitan.
ALTERNATIVAS DE PRODUCCIÓN
"Este es el segundo módulo que se concretó e instaló con rapidez, gracias a los aportes del Comando Conjunto Antártico y a la experiencia exitosa del primer módulo instalado en la Base Marambio", expresó el Ingeniero Jorge Alberto BIRGI –responsable del proyecto y especialista de la Estación Experimental Agropecuaria Santa Cruz del INTA–, quien agregó: "Estamos muy contentos con el resultado. Es un gran logro poder tener ahora un módulo en una base tan importante como Esperanza, que mejorará la calidad de vida de las familias y los científicos que están allí todo el año."
La base se encuentra en el extremo noreste de la Península Antártica o Tierra de San Martín, rodeada de glaciares, cerros y el Estrecho Antártico.
Es la más septentrional de las instalaciones que nuestro país mantiene en el Sector Antártico Argentino.
Más allá de las temperaturas extremas que se registran tanto en verano como en otoño, también es una de las zonas más ventosas del planeta, con vientos que alcanzan velocidades de hasta 350 km por hora.
Estas características hacen que el lugar no sea de fácil acceso durante gran parte del año, lo que, entre otras cosas, dificulta el transporte de alimentos frescos.
"Las verduras frescas poseen significativas ventajas nutricionales, en comparación con los alimentos conservados, los cuales en general poseen un alto contenido en sodio y conservantes", indicó Birgi, quien señaló que la inclusión de verduras frescas en la dieta mejora la alimentación y la hace más placentera.
También mejora la calidad de vida de quienes operan el módulo, ya que el hecho de estar en contacto con plantas en un ambiente cálido, armónico y verde puede retribuir en aspectos positivos y de distracción para aquellas personas que pasan mucho tiempo encerradas.
El MAPHI 2 es el resultado del trabajo conjunto y coordinado entre el INTA, el Comando Conjunto Antártico, la Dirección Nacional del Antártico y la Universidad Nacional de la Patagonia Austral.
Se instaló en tiempo récord, gracias a que el rompehielos ARA Almirante Irizar trasladó todo lo necesario para ejecutar el proyecto.