Cuando intentas sobrevivir en la gélida naturaleza de la Antártida, necesitas toda la ayuda que puedas conseguir, y parece que algunos gusanos marinos se mantienen vivos formando relaciones con bacterias que producen una especie de anticongelante natural.
Estas bacterias terminan viviendo dentro de los gusanos y, a cambio de su hospitalidad, secretan sustancias proteicas para protegerlos de las gélidas temperaturas del agua.
Es un paso importante hacia adelante en nuestra comprensión de las relaciones entre los microbios y los organismos con los que tienen un vínculo mutuamente beneficioso, según el equipo detrás del estudio, que estuvo formado por investigadores de múltiples instituciones en Italia, informa la publicación de Divulgación Científica y Tecnológica ScienceAlert.
El secreto viene pasando de generación en generación entre estos gusanos (Naoto Jimi).
"Los organismos multicelulares en los océanos viven en estrecha asociación con sus microbiomas, que proporcionan a sus anfitriones funciones clave que incluyen suministro de nutrientes, mecanismos de defensa e incluso vías metabólicas adicionales", escriben los investigadores en su artículo publicado.
El equipo viajó a varias zonas costeras de la Antártida para recoger muestras de sedimentos y encontró tres gusanos: poliquetos (Leitoscoloplos geminus, Aphelochaeta palmeri y Aglaophamus trissophyllus).
La temperatura media del agua era de 1 °C bajo cero, demasiado fría para que estos gusanos sobrevivieran por sí solos.
LOS MICROBIOS QUE IMPIDEN EL CONGELAMIENTO
Entran las bacterias Meiothermus y Anoxybacillus que trabajan para combatir la congelación desde el interior de los gusanos.
En concreto, las proteínas de estas bacterias producen las sustancias químicas prolina y glicol que reducen el punto de congelación de sus líquidos internos, impidiendo que se forme hielo dentro de sus células, de igual modo que lo hace el anticongelante dentro de los líquidos.
Otras criaturas de estos entornos extremos pueden producir proteínas anticongelantes similares, como por ejemplo el pez Draco.
Parecería que estos gusanos necesitan un poco de ayuda simbiótica de las bacterias locales.
Escriben los investigadores e informa ScienceAlert ."Estos hallazgos sugieren que los miembros principales bacterianos de los poliquetos antárticos son impulsados por las interacciones biológicas entre los huéspedes y las bacterias asociadas".
Ellos creen que esta relación se ha mantenido durante mucho tiempo, tal vez ayudando a estas especies a establecerse en la Antártida, y que las generaciones de estos gusanos marinos han transmitido la bacteria de generación en generación.
Sin embargo, se necesitarán más investigaciones para confirmarlo.
En cuanto a cómo se podrían aplicar estos nuevos conocimientos, un área en la que podrían utilizarse es en el campo de la criopreservación: mantener las células preservadas pero vivas a temperaturas gélidas.
Por supuesto, también nos brinda una nueva perspectiva sobre el delicado equilibrio de la vida marina en la Antártida, un equilibrio que sigue estando amenazado por el aumento de las temperaturas.
Sabemos que vivir en estas condiciones implica diversos tipos de adaptación para aprovechar al máximo los recursos disponibles y combatir las condiciones que de otro modo harían imposible la vida en las gélidas tierras baldías.