Un vuelo de amor
Twin Otter
Voy a contarte algo que pasó hace mucho tiempo pero que conserva su especial sentido de solidaridad y generosa entrega y es digno de conocerlo.
Pablo hace días que está triste.
Su madre está muy preocupada porque no juega con sus amigos, ha olvidado el fútbol que lo apasiona y cuando no está en la escuela pasa las horas dibujando pero no permite que nadie mire esos dibujos, ni siquiera a Nora su hermana menor compinche en todas sus ocurrencias.
- No sé mamá, no me dice nada. Si le pregunto por qué está triste responde que no lo está y que no me preocupe pues ya se le pasará, solo es "un estado de ánimo". No lo entiendo.
- Bueno, como él dice ya se le pasará.
Gerardo es el mejor amigo de Pablo mientras terminan de cambiarse en el gimnasio de la escuela le pregunta
-¿A qué hora nos reunimos para el partido?
La respuesta lo sorprende
- No voy a jugar.
- Cómo que no vas a jugar ¿estás enfermo?
- No, es simple, no tengo ganas.
Gerardo le tira una toalla y le grita:
- No te hagas el interesante pibe ¿a qué hora?
Ante el silencio del muchacho que se ha sentado cubriéndose la cabeza con la campera se acerca curioso
- ¿Qué te pasa Pablo?
- Nada, no me pasa nada.
- Está bien si no querés contar…
Pero un sollozo lo sorprende y queda expectante, sin saber qué hacer.
Pablo se levanta de pronto se pone la campera y repite:
- No me hagas caso, son estupideces mías y camina hacia la salida.
Gerardo lo sigue intrigado pero respeta su silencio. Se separan a mitad de camino.
- Chau, hasta mañana.
Al día siguiente se encuentran en el lugar de siempre
- Disculpame Gerardo ayer me porté como un salame pero sabes qué pasa, el 23 es mi cumple y será la primera vez que mi papá no esté para festejarlo y tengo mucha pena – dos gotas bajaban despacito por sus mejillas.
Gerardo conmovido pasa su brazo sobre los hombros del amigo
- Pero che la razón por la cual tu viejo no estará te tiene que llenar de orgullo y seguro se comunicará con ustedes.
- Lo sé y estoy más que orgulloso pero ese es el punto porque está en la Estación Científica Almirante Brown en la Antártida y desde allí no tiene posibilidad ninguna para comunicarse ¿te das cuenta?
- Sí, en verdad es un plomazo pero eso no tiene que ponerte así porque él estará pensando en vos todo el día además mi vieja dice que el pensamiento se transmite, pensá en eso y te comunicarás con él telepáticamente.
Una sonrisa de Pablo lo sorprendió pero llegaban a la escuela y el diálogo terminó.
Faltaban varios días para el cumpleaños pero el ánimo de Pablo a pesar de la oportuna explicación de Gerardo no varió.
La madre y la hermana organizaron todo para el festejo, familia y amigos brindarían por los doce años del muchacho.
Y llegó el día. Pablo regresó de la escuela a mediodía y al entrar lo sorprendió ver a su mamá y a la hermana muy sonrientes agitando un brazo cuya mano sostenía un sobre.
- ¡Sorpresa… Sorpresa!..
Sin entender nada recibió el sobre. Vio los sellos y no lo podía creer, indicaban: Estación Científica Almirante Brown 19 de mayo de 1973.
Estaba petrificado.
- Pablo, hijo, adentro hay una carta para vos.
La sacó con cuidado y la leyó entre lágrimas, era de su papá felicitándolo por su cumpleaños.
Abrazados lloraron emocionados.
- Ma ¿cómo puede ser, es un milagro –dijo con un hilo de voz.
- Si mi amor, un maravilloso milagro que te explicaré mientras almorzamos.
Y la explicación llegó.
- Esto que para nosotros ha sido un maravilloso milagro lo debemos al esfuerzo, la valentía y la solidaridad de nuestros tripulantes de los aviones Twin Otter, todos sabíamos que papi está en una zona rodeada de montañas donde no es posible el descenso de aviones y que por eso en la Estación Científica no pueden recibir ni enviar correspondencia. Eso que nos apenaba era motivo de preocupación para muchos hombres de la Fuerza Aérea Argentina que pensaron de qué manera podría solucionarse el tema y surgió la idea, utilizar el sistema de enganche.
- Ma ¿qué es eso?
- Muy simple, un avión en vuelo lleva un cable colgando que a su vez lleva un gancho en su extremo, en tierra, en este caso en la base Brown, se levantaron paralelas dos cañas colihue de entre cuatro y cinco metros de alto y unos tres metros de separación, de ellas pendían unas sacas (bolsas) con correspondencia, con una cuerda colgada desde el avión lograron engancharla y así recibir ese precioso material, precioso para quienes esperamos noticias de los seres amados.
- ¡Qué genios! –gritó Pablo.
- Y qué arriesgados porque podrían haber fallado y estar en peligro –aclaró Nora.
- Así es mis queridos pero gracias a Dios y a la habilidad de esos aviadores todo salió bien. Pondremos la carta de papi cerca de la torta para que nos acompañe.
La charla siguió animada por un largo rato.
Los ojos de Pablo brillaban de alegría mientras recordaba: y pensar que estuve como un pánfilo llorando todos estos días. Se levantó de la mesa y dijo:
- Ma, voy a ver a Gerardo, ya vuelvo.
Tomó su bici y enfiló hacia lo de su amigo. Cuando lo vio gritó, el brazo en alto:
- Llegó, Gerardo, llegó la carta.
Perplejo, Gerardo no entendía nada.
Cuando Pablo terminó su relato le dijo aun con cara de asombro:
- No te lo dije, tu papá se iba a comunicar con ustedes como fuera.
Terminaron abrazados, sonrientes y leyeron la carta varias veces.
- Yo voy a ser piloto –decidió Gerardo.
- Me parece que yo también.
- Supongo que hoy jugarás el partido, vamos a prepararnos.
- Pibe, hoy es mi cumple tenés que venir a mi fiesta, nada de partido.
Y la cara de Pablo era un sol de felicidad.
Autora: HEBE ZEMBORAIN