Experiencia realizada por la nadadora de aguas abiertas María Inés MATO en la base Jubany de la Antártida Argentina, ubicada a 62º14'S 58º40'W , con control de la temperatura interna con el Monitor Cor-Temp 2000.
INTRODUCCIÓN
Hay una creencia que el ser humano no puede mantenerse en agua fría (entre 5 y 8ºC) más de 5 minutos sin el uso de una ropa de protección adecuada (neoprene).
El propósito de esta investigación es probar que el ser humano puede mantenerse sin protección durante 20 minutos en agua fría sin sufrir los cambios corporales (hipotermia) que pueden poner en peligro su vida.
OBJETIVO
Nadar en aguas heladas de la Antártida durante 20 minutos sin traje de neoprene monitoreando la temperatura interna para prevenir la hipotermia.
La atleta María Inés Mato es una nadadora de aguas abiertas con una discapacidad (tiene amputada la pierna derecha).
Ella ha realizado diferentes pruebas de larga distancia desafiando los efectos de las bajas temperaturas y resistencia corporal en aguas frías.
Para ello, ella ha trabajado con psicología deportiva y técnicas de meditación desde el año 1990.
Así, pudo nadar cruzando el canal de la Mancha, el mar Báltico, el canal de Beagle y finalmente nadó a través de la pared sur del glaciar Perito Moreno en la patagonia argentina durante 40 minutos.
Aquí la temperatura del agua estuvo entre 5 y 7ºC.
Para esta investigación se decidió nadar en el mar, cerca de la base Jubany en la Antártida. Se realizó previamente un período de entrenamiento en el ventisquero Negro en San Carlos de Bariloche, que es un glaciar donde la temperatura del agua oscila entre 0.8º y 2ºC.
Durante estas inmersiones en Bariloche su temperatura interna fue controlada por el Monitor Cor-Temp 2000 y la frecuencia cardíaca a través del cardiotacómetro Polar S-610.
Dos horas antes de cada sesión de entrenamiento la nadadora ingirió una cápsula (sensor de temperatura) y realizaba ejercicios de control mental y concentración por espacio de 35 minutos para elevar su temperatura corporal interna.
Esta práctica fue chequeada y confirmada por el Monitor Cor-Temp 2000.
Los controles de temperatura que se realizaron en el ventisquero Negro nadando en sesiones entre 15 y 19 minutos demostraron que la temperatura interna descendía cerca de 1ºC dentro del agua pero el mayor descenso se produjo al salir del agua probablemente por efecto de la falla inercial, descendiendo hasta valores de 35.2ºC con aparición de temblores y anestesia de manos y pierna.
La recuperación de la temperatura se alcanzó aproximadamente 60 minutos después de salir del agua retornando a una temperatura cerca de los 37ºC.
En la base Jubany, el día de la experiencia, la temperatura del agua osciló entre 1º y 2ºC mientras que la temperatura externa fue de -7ºC (bajo cero) debido a la velocidad del viento que era de 20 km/h.
Estos registros fueron tomados desde el buque oceanográfico ARA Puerto Deseado (Q20) que fue el que brindó el apoyo logístico y fue elegido para poder vivir esos días.
María Inés se levantó a las 4:00 hs; tomó la cápsula y comenzó con su rutina de concentración mental, a las 7:00 hs ingresó al agua con una temperatura interna de 38.3ºC.
Esto fue registrado cada 10 segundos por el Core-Temp 2000 durante 20 minutos, manteniendo el monitor con un prolongador a una distancia de aproximadamente 50 centímetros de la nadadora para poder grabar el mayor número de registros térmicos posibles tanto dentro como luego fuera del agua durante su recuperación.
Cuando salió del agua su temperatura central era de 37.2ºC, un grado menos que cuando ella ingresó al agua.
Dos minutos después de salir del agua ingresa al consultorio del barco que fue previamente climatizado a 22ºC, donde pudo recuperarse, abrigándose y bebiendo infusiones (té) no muy calientes.
Su temperatura continuó disminuyendo hasta 35.3ºC y la atleta continuó temblando pero sin anestesia y con plena conciencia y muy buen estado de ánimo.
La máxima frecuencia cardíaca alcanzada fue de 150 latidos/min con una muy buena recuperación.
CONCLUSIONES
La inmersión progresiva en agua fría permite al ser humano tolerar las bajas temperaturas durante un período prolongado de tiempo sin protección.
Para que ello ocurra es esencial además del entrenamiento tener un muy buen estado de ánimo, no tenerle miedo al agua fría para disminuir así los efectos de las catecolaminas sobre la presión arterial por ejemplo; ello junto con la ayuda de las técnicas de concentración mental, representan los mejores aliados para reaccionar favorablemente ante este medio adverso.
Es importante también tener presente las condiciones individuales (genéticas).
El cuidado más importante hay que tenerlo en el período inicial de la recuperación fuera del agua para poder controlar el descenso inercial de la temperatura corporal.
RECONOCIMIENTO
Esta investigación fue posible gracias a la ayuda del GSSI a través de Luis ARAGÓN (PhD), Director del GSSI para Latinoamérica y Europa, y la HQInc, los cuales facilitaron el Monitor Cor-Temp 2000 y las cápsulas sensores como también la importante colaboración de las autoridades de la Secretaría de Deportes de la Nación y de la Dirección Nacional del Antártico (DNA), que proveyeron el soporte y ayuda logística sin los cuales hubiese sido imposible realizar esta experiencia.
Autor: Dr. Néstor A. LENTINI
Médico especialista en medicina del deporte.
Coordinador de ciencias y tecnología y servicio médico del CeNARD
Médico del Comité Olímpico Argentino.
Director de la carrera de médicos especialistas en medicina del deporte de la Facultad de Medicina de la UBA.
Médico del Hospital Universitario Austral.
Director de la Licenciatura en Educación Física de la Universidad Aconcagua de Mendoza.