Científicos argentinos descrubren cómo
Medir a distancia el hielo Antártico

Mediante un sensor que envía información a un satélite nacional

La novedad fue presentada en un encuentro de todos los países con participación en la Antártida.

Mediante una serie de sensores instalados a miles de kilómetros, la innovación tecnológica permite profundizar las investigaciones en sectores tan sensibles por el cambio climático mundial y actualmente puede realizarse solamente en verano.

Científicos argentinos comenzaron a medir la evolución de los glaciares antárticos a miles de kilómetros de distancia, mediante un sensor que envía información a un satélite nacional.

La innovación tecnológica permitirá profundizar la investigación de glaciares, de importancia mundial por el cambio climático, durante todo el año.

Actualmente se focaliza en el verano, la época en la que pueden acercarse al campo sin factores condicionantes adversos del ambiente.

Según investigaciones de científicos argentinos, en estos 50 años se perdió un 80% de masa de glaciares de la península antártica.

El científico e ingeniero electrónico Sebastián Marinsek, impulsor del proyecto Investigación Remota de Glaciares, que lleva adelante la Dirección Nacional del Antártico, sobre una iniciativa de la Universidad Tecnológica Nacional, en cooperación con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), manifestó que: "Es aún una prueba piloto, pero está funcionando, y todos sus componentes son argentinos".

El sensor de humedad se instaló en la Campaña Antártica de Verano en el mes de febrero en el glaciar Gourdon, en el archipiélago de James Ross, a unos 30 kilómetros de la Base Marambio, una de las siete bases fijas que tiene el país en el continente blanco, desde que fue el primero en habitarlo hace 110 años.

La iniciativa fue presentada en la 25º edición de la Reunión de Administradores de Programas Antárticos Latinoamericanos (RAPAL), el encuentro de todos los países latinoamericanos que participan en la Antártida y que este año tiene la sede en Buenos Aires.

Según explicaron los especialistas, el sensor envía datos de temperatura y humedad en forma periódica a un transmisor que manda la información a un satélite argentino.

La base en Córdoba, de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) recepciona los datos y los deja en un servidor al que pueden acceder los científicos.

Ahora podrán monitorear la situación del glaciar sin estar presentes.

Seguir al detalle la evolución de los glaciares a distancia marcaría un hito para la ciencia, aunque en algunos casos son necesarios al menos diez años de estudio para tener alguna conclusión.

La Antártida contiene cerca del 80% del agua dulce del planeta, y registra la media de humedad y la temperatura promedio más baja del planeta, de ahí su importancia para ser el "cubo de hielo" del planeta.

El país cuenta desde hace años con investigaciones nacionales sobre los glaciares.

Una de ellas la lidera el glaciólogo Hernán Sala, del Instituto Antártico Argentino, que asiste al territorio más limpio y pacífico del planeta desde 1993, él trabaja en la Isla 25 de Mayo, en cooperación con Alemania, monitoreando al Glaciar Fourcade, ubicado a un kilómetro y medio de la Base Carlín.

Lo analizan en profundidad en verano, y en invierno se queda una persona, llamada "invernante científico", monitoreando no sólo ese, sino los otros 15 proyectos que se realizan en esa base.

Según afirmó Sala "en los últimos 50 años se perdió aproximadamente un 80% de la superficie de glaciares y barras de hielo, en la región que corresponde a la península antártica".

En esa zona y en ese período, la temperatura promedio aumentó dos grados y medio.

Sin embargo, en el centro de la Antártida, hacia el sur, se registraron menores temperaturas y más congelamientos de glaciares, lo que significa que el cambio no es uniforme en todo el territorio.

¿Qué significa esta pérdida de glaciares? "Primero, que hay muchas áreas de mar que antes estaban continuamente cubiertas por hielo y ahora son navegables, después, que ese volumen de hielo, o parte de él, contribuye a aumentar el nivel del mar, poco menos de un milímetro por año. Una contribución que aún es moderada, similar a lo que puede ser el Ártico canadiense.

Es un cambio importante, pero tampoco es catastrófico o alarmista, sí preocupante. Sobre todo porque creció en intensidad en los últimos años y es una región que antes no tenía ese comportamiento.

También buscarán extender los alcances de los sensores, y aplicarlos a movimientos de animales, como los pingüinos.

FUENTE: Tiempo Argentino

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