Padre Gonzalo Eliseo PACHECO
Presbítero VGM - Capellán de la Fuerza Aérea Argentina
Tenemos el profundo pesar de informar el deceso del Presbítero Gonzalo Eliseo PACHECO, ocurrido el día sábado 28 de abril de 2012.
Lo recordamos como Veterano de Guerra de Malvinas y también como antártico, ya que había recorrido varias bases antárticas en diferentes circunstancias y por diferentes motivos. Había estado en dos oportunidades en la Base Marambio, oficiando misas en la capilla que se encuentra allí.
El Padre Pacheco había nacido en la localidad de Saint-Maximin de la Sainte Baume, departamento de Var (Costa Azul), Francia, el día 22 de mayo de 1928.
Cursó estudios primarios en el Colegio Manuel Belgrano en Luján, provincia de Buenos Aires con los Hermanos Maristas y los secundarios con los Padres Lazaristas o Vicentinos en Escobar de la misma provincia.
Durante el secundario fue cultivando su vocación y continuó luego en el Seminario de la Congregación Vicentina, ordenándose sacerdote a los 23 años de edad, el 22 de diciembre de 1951, incardinándose en la Congregación de la Misión de San Vicente de Paul.
Estuvo 8 años ejerciendo el sacerdocio en la Basílica de Luján hasta el año 1960. Fue destinado como profesor de La Casa de Formación de la Orden Vicentina en Escobar. Estudió psicología en la Universidad Católica Argentina obteniendo el diploma de Licenciado en Psicología.
En 1973 fue destinado a la república del Paraguay con el cargo de director de las Hermanas Vicentinas, cargo que ejerció durante 3 años.
Regreso a la Argentina en 1976, y el vicario castrense monseñor José Miguel Medina lo requirió para que ejerciera su ministerio en la Fuerza Aérea Argentina; a ella ingresó como capellán auxiliar, siendo su destino la VII Brigada Aérea de Morón.
En el año de 1982, estalla el conflicto del Atlántico Sur y se le ordena viajar a las Islas Malvinas a reemplazar al presbítero Roque PUYELLI, quien por razones de salud, debió regresar al continente.
Que se escriba con letras mayúsculas, que este Capellán Auxiliar de la Fuerza Aérea Argentina estuvo en sus amadas Islas Malvinas a partir del 24 de abril de 1982, concurriendo permanentemente a prestar su ayuda espiritual, al punto de haber sido tomado prisionero en manos de las Fuerzas inglesas, tal como lo han corroborado los documentos de la Cruz Roja Internacional y otros documentos de la época y fue el único sacerdote que compartió cautiverio como prisionero de guerra (prisionero de guerra N° 613).
Luego del conflicto regresó a su destino de la VII Brigada de Morón y en el año 1983 es destinado como capellán de la I Brigada Aérea de El Palomar. En el año 1988, fue destinado al Barrio N°1, cercano al Aeropuerto Internacional de Ezeiza, para atender los requerimientos de la Región Aérea Centro, el mencionado aeropuerto y el Instituto Geriátrico de Nuestra Señora de Loreto.
En el año 2002 se retiró, ya jubilado, a la localidad de Lobos, provincia de Buenos Aires, ingresado en el Hogar Sacerdotal de Flores, fallece el 28 de abril de 2012, a los 83 años de edad.
De su destacada actuación en las Islas Malvinas, tenemos una referencia escrita por el Jefe de la Base Aérea Militar Malvinas, Comodoro Héctor Luis Destri, que le hiciera llegar con fecha 07 de septiembre de 1982 , al vicario castrense monseñor José Manuel Medina; dice así:
"Durante el período previo al inicio de las hostilidades, desempeñó una activa labor, colaborando con esta jefatura a mantener alta la moral del personal a su mando, realizando una permanente asistencia espiritual a los soldados en las posiciones de combate, sin claudicaciones anta las inclemencias meteorológicas(lloviznas, temperaturas bajo cero, y fuertes vientos).
El primer ataque a la base, en la madrugada del 1° de mayo , lo sorprende en uno de los hangares que fue destruido, resultando milagrosamente ileso. Ese día, manteniendo una excepcional presencia de ánimo, desarrolló intensa actividad, confortando a los heridos y compañeros de los fallecidos, en los momentos más críticos que se vivieron.
Durante todo el período de combate (44 días), concurrió a la base pese al constante hostigamiento que se debía soportar por parte de los bombardeos aéreos y cañones navales, demostrando un valor a toda prueba y una real vocación de servicio.
Pero es luego de la capitulación, cuando se agiganta su figura de capellán, con su vocación de pastor intacta pese a las vicisitudes sufridas, al preferir el espinoso, difícil y pesado camino del cautiverio, antes que regresar enseguida al continente, aún después de haber recibido una herida en la frente.
En efecto, habiendo sido testigo de esta generosa decisión suya, no puedo callar los méritos que ella implica.
En tres oportunidades ofrecí al Padre Gonzalo presentarlo a nuestros captores para que fuese enviado al continente con el resto de las tropas que estaban embarcando y siempre recibí la misma respuesta:" Quiero seguir a mi jefe y al resto del personal de la base. Dios sabe porqué me puso en esta encrucijada y creo que aún me queda una misión que cumplir aquí en Malvinas."
A partir de ese momento, fue el único sacerdote que tuvimos los 596 prisioneros que estuvimos en San Carlos, y en el buque St. Edmund y junto con todos nosotros, sufrió las mismas privaciones, incomodidades y angustias, con la gran diferencia que se trataba de un hombre de cincuenta y cuatro años.
Pese a todo esto logró mantener la fortaleza espiritual y serenidad de ánimo, para cumplir con su labor de capellán, dando la asistencia espiritual que necesitábamos, celebrando la Santa Misa, dirigiendo el rezo del Rosario, celebrando un responso ante las tumbas de los soldados argentinos y británicos en las colinas de San Carlos.
Su actividad despertó admiración y un respeto particular hacia él por parte de los captores, a tal punto que fue llamado para colaborar en la recuperación y posterior exhumación de los restos de algunos de nuestros combatientes, caídos en la lucha.
Han pasado casi dos meses desde nuestro regreso al continente, el 14 de julio. Los problemas nacionales nos hacen olvidar cada vez más aquellos episodios y con ese olvido corremos el riesgo de ser injustos o desagradecidos con quienes tanto han hecho en los momentos que más se necesitaban.
El Padre Gonzalo Pacheco, Capellán de la Base Aérea Militar Malvinas, destinado en la VII Brigada Aérea de Morón, merece este reconocimiento y agradecimiento de todos los que fuimos confortados con su palabra y ejemplarizados con su serenidad ante las dificultades."
Hay que aclarar que el Padre Pacheco recibe una nota del citado vicario castrense, de solo cuatro párrafos, adjuntándole la enviada por el Comodoro Destri; esta nota dice:
"Señor Presbítero, si un laico se quedó maravillado por su acción pastoral en Malvinas, como se habrá quedado su Vicario Castrense? Aunque usted ha cumplido su deber, el ejemplo que ha otorgado es santificador; por ello, lo felicito y me encuentro muy satisfecho de su acción, que solamente Dios nuestro Señor puede saldarla en toda su amplitud."
Rezamos por la paz de su alma y le rogamos a Dios nuestro Señor que lo tenga en la gloria.
Colaboró en este informe el Dr. Ángel Alberto Pascua.
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