Fundación Marambio
Eslabones de la Sal

Una fábula sobre ecología y medio ambiente

Autora: Ana María Sara MALDONADO

Capítulo 1

Un sonido aletargado se dejaba oír cada vez más cerca, al mismo tiempo que una fina línea se convertía en una profunda grieta. Se despertó repentinamente y dio un salto.

-¡Ay, qué calor insoportable, siento que me estoy derritiendo. Pero… ¿qué es eso?, ¿qué pasa?

Latidos silenciosos iban cobrando fuerza en una cosa brillante que avanzaba sin perdonar obstáculos. La masa incandescente crecía y deformaba su redondeado volumen dividiéndose en brazos hacia todas partes.

-¡Despierten, despierten! 

Gritó con desesperación mientras veía, que aquellos ríos viscosos se aproximaban a considerable velocidad 

-¡Vamos urgente o quedaremos como huevos fritos!

Y en un instante, las medusas fluorescentes huyeron nadando hacia arriba. Su velocidad no era suficiente, y el natural ondear de sus movimientos más sus variados coloridos, hacían que en lugar de parecer una gran huída, más bien parecía un animado baile de chacareras. Eso sí, trataban de no tocarse entre sí, por temor a quedarse pegadas unas con otras.

Durante generaciones habían vivido todos en paz y sin cambios significativos en estas profundas, oscuras y heladas aguas del Continente Antártico.

Indudablemente algo raro estaba pasando. Había que averiguarlo y hacer un plan muy rápido.
 

-¿Qué haremos? Nunca sucedió algo así por estas zonas, la cadena volcánica que rodea los continentes está del lado del Océano Pacífico y en la zona noroeste de la Península Antártica, pero no llega hasta aquí. 

Comentaban asustadas y comenzaron a reunirse con otras especies. Formaron un círculo y se protegieron en las paredes de arrecifes de coral. Continuó diciendo:

-En primer lugar y debido a esta repentina emergencia, nos abstendremos de hacer uso de la natural cadena alimenticia y solamente tomaremos agua. De esa manera estaremos presente todos los animales, aprovechando que la mayor cantidad de fauna se encuentra en el mar y por lo tanto podremos trabajar más rápido hasta lograr comunicarnos con los animales de los otros océanos y con el ser humano que habita en tierra firme.
Tienen que saber lo que está pasando aquí en nuestro fondo marino.

Este comportamiento sobre la alimentación pasó a ser a partir de entonces, un rito de ley sagrada que todos y cada uno cumpliría estrictamente hasta completar la misión.

Otra medusa fluorescente agregó:

-Debemos armar una estrategia. Usemos toda nuestra imaginación y capacidad intelectual. Aunque se dice de nuestra especie, que somos formas básicas de vida…
-¡Oíme, yo no me siento primitiva y además hace mucho tuve una idea! 

Contestó ofendida la medusa que estaba recostada somnolienta sobre el coral y que hasta el momento no había aportado ni siquiera una pequeña idea (y tampoco pensaba hacerlo).

-¡Un momento! 

Interrumpieron las esponjas algo perezosas que merodeaban por allí y querían enterarse de qué se trataba tanto alboroto. 

-Aquí las únicas verdaderas primitivas somos nosotras, las más longevas de las especies vivientes que habitan este planeta, así que ¡Silencio!

-¡Bueno, basta de perder el tiempo en discusiones! -protestó la medusa mayor. 

-En la última reunión mundial de océanos que se hizo en los arrecifes vecinos, oí decir a los peces linterna que los animales más inteligentes de las aguas son de la familia de los cetáceos y entre ellos los delfines, por eso creo que son los idóneos para llevar el mensaje a la superficie, puesto que acompañan a los barcos y tienen muy buena relación con los humanos.
Nuestro Océano Glaciar Antártico se conecta con los otros tres océanos: Índico, Pacífico y Atlántico, por eso lo mejor será dividirnos en dos grandes grupos. Uno irá hacia el Este y otro hacia el Oeste hasta rodear todo nuestro continente helado.

Así comenzaron los que allí estaban, a hacer lo que cada uno mejor sabía o podía (aunque algunos sólo sabían dormir y otros eran expertos en no hacer nada).

Había que contactar con los peces del nivel superior, los que nadaban más arriba para que a su vez, éstos hicieran lo mismo con los del siguiente nivel y les contaran lo que estaba sucediendo.

-En definitiva, el plan es actuar como verdaderos eslabones organizados y además saber a qué nos estamos enfrentado- dijo la medusa con mucha seguridad y preocupación.

Las medusas fluorescentes formaron una espiral y comenzaron a agitar los transparentes cuerpos para que sus tornasoladas luces hicieran señales intermitentes y así poder atraer a los cardúmenes de peces azules y a los violetas y amarillos que nadaban por encima de ellas.
Pero pocos minutos duró la danza.
Los brillantes y coloridos destellos iban extinguiéndose como los fuegos artificiales ante aquellas poderosas y enceguecedoras lenguas de fuego que simultáneamente surgían imponentes desde el fondo marino.
Un erizo de mar que parecía no estar muy lúcido, dijo apurado: 

-¿Y si nos subimos sobre los caballitos de mar para hacer el viaje? Creo que llegaríamos más rápido galopando.

Indignada por tal sugerencia, respondió la gamba a rayas,

-¿Pero qué disparate es ese? ¿No te das cuenta de que ellos son muy chiquitos? ¡No seas absurdo, pensá con la cabeza y no con las espinas que tenés! 

El erizo avergonzado por su insostenible idea, se retiró a esconderse en un rinconcito del coral y dejó que otros pensaran mejor que él.
De pronto, a una de las medusas sabiondas se le ocurrió una brillante idea (valga la redundancia).

-Podemos pedir ayuda a los calamares gigantes, esos que tienen los ojos tan grandes como ruedas de coche y que sus tentáculos miden diez metros, así podremos viajar mucho más rápido.
Muy arriba nuestro a miles de metros y en línea recta está el mar de D'Urville que conecta con el Océano Pacífico y queda frente a Australia.
Justo al otro lado de este continente está la Península Antártica Argentina, así que en el Mar de Weddell nos reuniremos nuevamente.

Las grandes estrellas de mar que nadaban cerca, notaron lo que les estaba ocurriendo a las medusas fluorescentes y para atraer a los calamares gigantes empezaron a girar tan rápido como las hélices de los ventiladores de pie y cabezones que tienen las abuelas, y de paso refrescaban el ambiente.

Un ruido parecido al que se hace cuando se mastican caramelos duros que provenía del interior de los corales, delataba la inminente aparición de una colonia de cangrejos de doce patas.
Asomaron primero sus cuatro pares de largas antenas y caminaron hacia el centro de la reunión.
Por su modo de caminar no se sabía si iban o venían pero por las dudas las medusas fluorescentes y otros seres gelatinosos, se apartaron un poco por miedo a ser pinchados por las puntiagudas patas.

-¡Hola a todos! ¡Hace mucho que no asistimos a una verdadera fiesta con tantos invitados! ¿Llegamos tarde?

Preguntó ingenuamente el cangrejo que venía acompañado por dos divertidas centollas y que tenían la sonrisa incorporada como si de un chip se tratase.

-¡Esto no es una fiesta! y aunque parezca que estamos bailando, lo que estamos haciendo es intentar por todos los medios que los calamares gigantes nos vean y vengan a ayudarnos, contestó una estrella de mar de más de un metro y medio de diámetro que giraba sin parar y que ya no le alcanzaban sus ocho brazos.

-Bien, en ese caso nosotros podríamos hacer mucho ruido para atraerlos, rozando nuestros cuerpos y aplaudir con nuestras crujientes patas, dijo el más antenudo de los cangrejos, mientras una de las centollas levantó los brazos como un perchero mirándolo con admiración.

-¡Buena idea, adelante! Respondieron todos los animales a la vez.

Las anémonas (que parecen flores) se movían al unísono como abanicos aprovechando sus variados colores.
También lo hicieron las ascidias, las holoturias, las sepias y otros más. Las esponjas y los corales no pudieron hacer mucho porque casi no se mueven, pero intentaban hacer dos túneles inmensos y paralelos, para que los calamares gigantes pudieran viajar por ellos como en subte y protegerlos de las fuertes corrientes oceánicas que hay alrededor del Continente Antártico.
Todos trabajaban sin parar y hacían lo posible para que las señales atrajeran a los calamares gigantes.
Había pasado un largo rato desde que empezaron las danzas coloridas; las de velocidad; los ruidos de los cangrejos y centollas y de otros sonidos. Iban acercándose muchísimas especies chiquitas, grandes, de variadas formas, colores y también luminiscentes.
El calor aumentaba y el cansancio también.

-¡Ahí vienen, son ellos, los veo! Dijo exaltada una araña de mar de color fuerte rojo y naranja.

-¡Vienen los gigantes, los cala… calamares gigantes! ¡Estamos salvados!

Rápidamente les explicaron cuál era la situación y el magnífico plan que habían hecho las medusas fluorescentes.
Una vez que comprendieron todo, invitaron a subirse a sus poderosos tentáculos a todos aquellos que quisieran y pudieran viajar.
Los dos grupos se llamarían "Corriente a favor" y "Corriente en contra".
Formaron largas filas con variadas especies de animales y se prepararon para comenzar un arriesgado y muy largo viaje a través del helado Océano Glaciar Antártico.

Capítulo 2

El viaje por el lado de los Océanos Índico y Atlántico resultaría muy dificultoso, porque la corriente submarina venía en sentido contrario y se dirigía hacia el Este.
Por esta razón, usarían los improvisados túneles construidos por los corales y esponjas.
El otro grupo del lado del Océano Pacífico no los necesitaba porque tenían la corriente a favor y nadarían sin esfuerzo por lo que salieron sin más tardanza.
A su paso daban el mensaje a todos animales que se les cruzaban en su camino. 

-¡Esperen un momento! Tenemos que decirles una cosa muy importante.

Gritaron los peces rata y los pejesapos que iban fuertemente agarrados entre sí para no caerse de los tentáculos.
Se presentaron inmediatamente y agregaron:

-Ellos, quienes nos transportan, son nuestros amigos los calamares gigantes. ¿Quiénes son ustedes?
-Nosotros somos los bacalaos antárticos y de nuestra especie ya no quedamos muchos ¿Qué necesitan?
-Hay que seguir comunicando a todos los animales de los océanos y mares que nuestro fondo marino antártico está agrietándose y emana algo viscoso que quema.
Presentimos que el planeta está en peligro. Dijeron apresurados los peces rata y los pejesapos.
-¡Bien, vamos! ¡Chau! Saludaron los bacalaos y se fueron rapidísimo.

Comprendieron que había un gran problema.
El krill, los pequeños crustáceos que están en abundancia alrededor de todo el continente Antártico se dieron cuenta de la emergencia que había, en el mismo momento en que los calamares gigantes se fueron.
Tomados de las patas o de una pata con una antena formaron una gran red que ondeaba suavemente como una sábana colgada en la soga al mismo tiempo que transmitían el mensaje a muchísimas especies de esas oscuridades, muchos eran transparentes y brillaban o titilaban sin parar. 
Los calamares gigantes notaron de repente, que las profundas aguas comenzaron a agitarse violentamente lo que provocaba que la corriente a favor se frenase un poco.
Vieron que venía hacia ellos algo que no podían distinguir claramente por lo revueltas que estaban las aguas y por la distancia; era algo oscuro y por momentos claro, era una gran barrera.
Cuando se acercó, lo oscuro de transformó en negro brillante y lo claro en sublime blanco.
Uno de los calamares tomó la iniciativa y dijo a sus indefensos y miedosos pasajeros: 

-¡Bajen inmediatamente que yo me adelantaré para averiguar de qué se trata! 

Y fijando la vista con sus inmensos ojos redondos, pudo ver que los visitantes eran nada más y nada menos, que las ballenas orcas. Se detuvo y les dijo:

-¡Hola amigas! ¿Ya saben la noticia?

-¡Sí! Contestó una de la primera fila, ya avisamos a nuestras hermanas pero nuestro plan será diferente. Entraremos por las fosas que hay en todos los océanos y…
-¿Qué fosas y para qué entrarán? Interrumpió asombrado el calamar gigante.
-Son profundidades de más de ocho mil metros y creemos que se comunican entre sí a través de largos y oscuros túneles. Entraremos en ellos y nos desplazaremos con mucha rapidez hacia el centro de la tierra para averiguar si de allá proviene el calor y las grietas y además si esto está pasando en otros lugares del planeta.

-¡Muy interesante ese plan! ¡Mucha suerte! Dijeron los calamares y siguieron su camino.

Por su parte, los atunes que son muy rápidos y miden de dos a tres metros, se unieron en varios cardúmenes y se preparaban para dar la orden a cualquier pájaro que estuviese volando al ras del agua.
Los últimos rayos de sol doraban las cristalinas aguas atravesando las capas dejando ver sus inmensos y plateados lomos.
Sobre el horizonte venía volando algo que parecía ser un grupo de pequeños aviones a control remoto, pero los atunes se dieron cuenta de que eran los impresionantes albatros que venían desde mar abierto.
Con sus enormes alas de más de tres metros y medio de envergadura, planearon hasta posarse suavemente sobre las frías aguas, en respuesta a las señales que les hacían los atunes, quienes les encomendaron la misión para que llevasen la noticia a tierra firme 

-¡Claro! Respondió un albatros soberbio que hacía gala de sus alas. 

-En un abrir y cerrar de ojos estaremos con las focas y los elefantes marinos, aunque seguro que habrá que despertarlos porque son tan pesados que siempre están descansando o durmiendo.

Una distraída gaviota de Magallanes avisó al petrel (que estaba por aterrizar) que la gran colonia de pingüinos emperadores estaba buceando con sus hijos en el Mar de Ross, al Oeste de la Península Antártica esperando para saber más detalles.
Ellos le habían comentado a la gaviota que personalmente harían señales a los científicos de todas las Bases Argentinas, que están en el mismo continente blanco y para eso rodearían las instalaciones emitiendo fuertemente sus sonidos y aleteando hasta llamar su atención.
Tarea sumamente importante tendrían los pingüinos.

Pasaron muchas lunas y soles y todos trabajaban sin descanso.
Cada animal hizo su propia estrategia para alcanzar a los que habitaban en aguas cálidas, como tortugas, tiburones, peces y golondrinas (que en esos momentos estaban emigrando hacia el Norte formando una inmensa nube negra). 

Al amanecer del noveno día, se desperezaba sobre el hielo Ártico un oso blanco recibiendo la triste noticia del Sur, la misma que debía transmitir urgente a sus vecinas las focas árticas, a las morsas y a todas las especies que viven en el Polo Norte.

Una increíble cadena de eslabones se había logrado formar y había resultado relativamente fácil en comparación a lo difícil que sería luego llegar a comunicarlo al ser humano. ¿Cómo se entenderían? ¿En qué idioma?

Capítulo 3

Mientras tanto, el grupo "Corriente en contra" luchaba desesperadamente contra las fuertes corrientes oceánicas.
Nadaban casi a ciegas porque el golpe del agua hacía que sus grandes ojos se nublasen dificultando notablemente la visión (tal vez los hubiese ayudado tener limpiaparabrisas como los autos).
Los pequeños animalitos que sobre ellos viajaban, se habían sentado intercalando entre cada uno, una estrella o araña de mar de su tamaño para que los sujetaran fuertemente.

Gracias al esfuerzo que hacían para avanzar, lograron comunicarse con las ballenas azules quienes podrían soportar mejor que nadie, la fuerza de las aguas por su gran tamaño, ya que son los animales más grandes de todo el océano y de la tierra y tienen más de treinta metros de largo.

Rápidamente se distribuyeron en los Océanos Índico y Atlántico y dieron aviso a sus parientes las belugas (o ballenas blancas) que iban de camino hacia el Mar Glaciar Ártico junto con los veloces cachalotes que a su vez llevarían el mensaje a todas las costas del Norte y a cada una de las islas de esos lugares.

Los calamares gigantes tardaron más del doble de tiempo en llegar que sus compañeros, que iban con la corriente a favor.
Después de varios días de dificultades se aproximaban al Mar de Weddell para el reencuentro.

En el momento en que estaban nadando, se oyó un terrible estruendo que hacía eco a miles de kilómetros a través de las ondas marinas.
Miraron hacia arriba y vieron con asombro cómo iban bajando trozos de hielo de diferentes tamaños y en todas direcciones.
Aterrorizados intentaron huir y cayeron de los tentáculos casi todos los pasajeros. Reinaba el caos.

Un gran bloque de hielo venía velozmente y alcanzaron a esquivarlo resultando que los calamares gigantes se amontonaran unos sobre otros como milanesas y quedaran enredados.
No sabían hacia dónde escaparse y daba el aspecto de una inmensa sopa de mariscos.
Algunas arañas de mar que habían logrado agarrarse a los tentáculos con todas sus fuerzas no estaban dispuestas a soltarlos (aunque se les ofreciera un delicioso helado de chocolate) y al final terminaron también en aquel enredo de patas.

Cuando llegó la inestable calma, todos miraron hacia arriba y descubrieron que ya no había ningún techo, por lo que decidieron subir a la superficie para ver el panorama.
Una vez arriba observaron, cómo dos enormes placas de hielo se alejaban a la deriva y con dirección Norte hacia aguas tropicales.

Muchas otras criaturas que siempre habían vivido allí bajo esas heladas capas, estaban prácticamente "sin un techo" que las protegiera y sintieron mucho miedo de ser descubiertas.
Nadie entendía nada de nada y además notaron que la temperatura del agua estaba tibia.

De pronto vieron que se acercaban varios delfines saltando espectacularmente a más de cuatro metros de altura.

-¡Uf! Menos mal que ya pasó todo. 
Comentó el calamar gigante al delfín que ya estaba junto a ellos saltando de un lado a otro.
Y continuó diciendo 

-¿Se enteraron?

-Sí, y ahora con más rapidez llevaremos el mensaje de las medusas fluorescentes al ser humano.
Ya estamos al tanto de todo, nos avisaron las ballenas azules que iban hacia el Norte. Ahora, aquí hay muchos barcos de todas partes del mundo, aprovecharemos para acompañarlos como siempre lo hacemos y les diremos lo que pasa. 

Los calamares gigantes les daban detalles precisos de lo que realmente había sucedido al otro lado del Continente Antártico y les comentaban lo penoso que había sido el viaje contra la corriente.
En seguida se acercó el otro grupo "Corriente a favor".
Mientras hablaban todos con todos sin parar, repentinamente una pareja de delfines sintió que les caía algo encima.
Era una pesada red de acero que los cubrió por completo.

-¡Síííííí! ¡Ya los tenemos y además de ser dos, son de los grandes! 
Gritó al mismo tiempo que reía jocosamente un hombre desde la cubierta de un viejo barco.

-¡Ya son nuestros, ahora nos haremos famosos y seremos ricos porque los entrenaremos! ¡Vamos, hay que subirlos!

A pesar de los intentos de todos los presentes, nadie pudo salvar a los infortunados delfines porque el barco se alejó bruscamente hacia el Norte y a toda máquina.
Los dos grupos de calamares se unieron y regresaron al punto de partida por el lado de la corriente a favor, confiando plenamente en la indiscutible inteligencia de los delfines y en que lograrían hacer algo extraordinario para llevar el mensaje al hombre.

Capítulo 4

El viaje hacia el lugar que en el futuro próximo sería el nuevo hogar de los delfines había comenzado.
Inmovilizados aún en las redes y en una pequeña pileta (un poco más grande que una bañera), estaban pensando si el mensaje llegaría a tiempo al ser humano, pero seguro que los hombres que los habían capturado no entenderían nada.
De repente y en absoluto silencio, se posó una gaviota cocinera en el borde del barco y miró tristemente a los indefensos delfines.
Rápidamente uno de ellos, aprovechó la distracción de sus captores y le dijo algo en voz bajita a la gaviota.
-¡Por supuesto que sí! Respondió ella y se alejó volando tan alto y rápido como pudo, mientras sus compañeras seguían muy de cerca el barco para conocer cuál sería el destino final y avisar a los demás delfines para que los rescataran.

Pasaron cuatro días y en un puerto del Océano Pacífico estaban esperando la llegada del barco y también estaba listo el lugar en donde serían entrenados los delfines para un espectáculo.
Después de dos semanas de entrenamiento, llegó el gran día de la actuación.

Una aglomeración de gente de los pueblos vecinos, de todas las edades y sobre todo niños, hacían colas interminables para comprar sus entradas.
Los hombres que los habían atrapado, reían y no dejaban de llenar sus bolsillos con dinero.
Todo estaba listo para el comienzo.

-¡Qué suenen los tambores! Gritó el entrenador.

Todas las miradas estaban en un solo punto: el agua.
Repentinamente los dos delfines surgieron desde el fondo de la piscina como dos rayos paralelos hacia el cielo.

Comenzaron a recibir y a cumplir órdenes.
La gente aplaudía y disfrutaba. Mientras uno saltaba hacia un lado, el otro lo hacía en sentido contrario.
Luego llegaba el momento de pasar por el aro de fuego; deslizarse por el tobogán; dar giros rápidos dentro y fuera del agua; bailar al compás de diferentes ritmos musicales y un sinfín de ejercicios más, los cuales eran seguidos de grandes ovaciones, risas y aplausos.

Al cabo de tres interminables horas, el espectáculo llegaba a su fin.
Los delfines estaban agotados y debían nadar por debajo del agua veinte minutos para ensayar antes del acto final, mientras la gente comía pochoclos y golosinas, y tomaba gaseosas en grandes vasos que tenían el dibujo de dos grandes delfines azules.

-¡Bien, querido público! Dijo el entrenador por los parlantes, después del tiempo de descanso 

-Por favor, vuelvan todos a sus asientos porque lo mejor está por venir. Hartos de comer, tomar y reírse se sentaron a escuchar al entrenador que empezó a contar cómo y dónde habían sido capturados los dos delfines, cómo fue su entrenamiento en tan corto tiempo y su adaptación a esta nueva vida.
También dijo, en qué fecha sería la próxima actuación que incluiría nuevos números gimnásticos.

-¡Ahora todos juntos vamos a llamar a nuestros amigos! ¡Qué empiece la música y suenen los tambores! Contemos hasta tres: ¡Uno!... ¡Dos!... y… ¡Treeeees!

Ninguno de los delfines salió. Un poco asombrado el entrenador invitó nuevamente a llamarlos.

-¡A ver, otra vez todos juntos y más fuerte que antes!, seguramente nuestros amiguitos están tratando los últimos detalles.

¡Uno!... ¡Dos!... y… ¡Treeeees! Pero tampoco ahora salió ningún delfín.

El entrenador estaba nervioso y asustado y caminaba de un lado a otro mirando y tratando de ver qué pasaba allí abajo.
La gran cantidad de personas que componían el público enmudeció con un nudo en la garganta.
El silencio se adueñó de la situación al igual que el miedo y nuevamente como al principio, todas las miradas estaban fijas en el agua.
Pasaron quince largos minutos.

De pronto, empezaba a verse movimiento en el agua y algunas burbujas.
Cientos de ojos y bocas abiertas contemplaron la repentina salida de los delfines, más espectacular que la primera vez y para mayor sorpresa, ya no eran sólo dos, había un tercero.
Una cría que acababa de nacer en el fondo de la piscina.
El pequeño delfín saltó junto con sus padres pero la mitad de altura que ellos.
Seguidamente realizaron los seis giros a cada lado, los saltos cruzados y el nado de espaldas.
El pequeño delfín imitaba a sus padres.
Finalmente debían salir a la plataforma, colocarse de cara al público y aplaudir con sus aletas.

El asombro de la gente no terminaba, tampoco el del entrenador.
Los aplausos se oyeron hasta la luna.
En ese momento llegó volando y se paró sobre el trampolín una gaviota cocinera, la misma que habían conocido en el barco.
Trajo con ella un pájaro negro de pico amarillo y patas naranja.
Había ido especialmente a La India a traer al mirlo, el pájaro más inteligente que hay sobre la tierra y que es capaz de hablar.
Ese era el secreto que el delfín le había dicho a la gaviota en el barco.
Estaba todo cuidadosamente planeado.

Nadie entendía nada pero pensaron que estas aves formaban parte del espectáculo.
Y para sorpresa de todos, el pájaro empezó a hablar.
Iba traduciendo todo lo que el delfín le decía.
Reinaba el silencio total.

-¡Hola queridos hermanos humanos! les traigo una noticia del Sur, desde el fondo del Océano Glaciar Antártico.

Las medusas fluorescentes y otros animales fueron testigos de lo que allí ocurrió y seguramente todavía sigue el problema.
El fondo marino se está abriendo, emanando una espesa y ardiente lava que quema todo a su paso y calienta las frías aguas que son el hábitat de innumerables especies y también está derritiendo nuestros hielos.

-Como ya saben, mi compañera y yo fuimos víctimas de una captura incomprensible, igual que nuestras primas las ballenas y muchos otros parientes marinos que ya no los vemos más hace mucho tiempo.
Desaparecieron por la caza y pesca indiscriminada en todos los océanos y ya son quinientas especies de vertebrados en los últimos cuatrocientos años.
Yo pregunto a todos y a cada uno de los presentes:
¿Es posible que el ser humano quiera dejar de oír nuestros cantos, ver las danzas de las orcas, rechazar nuestra compañía y ayuda a los náufragos para guiarlos por los mares? ¿Podría el ser humano acostumbrarse a surcar las inmensas aguas y ver que ya no queda vida en ellas? El krill, el alimento de miles de especies es robado en grandes redes desde nuestros fondos.
El oxígeno que ustedes mismos respiran y también nosotros y que llega a todas las aguas, a cada mar, a cada río y al pequeño charco donde habita la rana, fue contaminado.
Parece que su elección ya está tomada y no hay vuelta atrás.
¿Vale la pena quitar la vida a la morsa o al elefante por sus colmillos; al oso o a la foca por sus pieles?

Cuando todo se silencie y cuando nada haya, ni animales, ni vegetación, ni comida, ni agua para su propia existencia y cuando empiece a faltar el oxígeno que se necesita para poder respirar y tener un rato más de vida, entonces verdaderamente todo habrá terminado
¿Es eso lo que desean?

De pronto, el otro delfín comenzó a comunicarse con el mirlo mientras miraba a la gente.

Si por el contrario piensan que la vida vale la pena ser vivida y deciden cambiar el rumbo equivocado, aquí estamos nosotros, todos los animales del mundo para ayudar en la gran misión.
La tarea es grande y no depende solamente de los adultos, los niños deben colaborar en todo para salvar nuestro planeta tierra, porque este es y será siempre su hogar y donde Dios puso al alcance de todos, lo necesario para poder vivir y ser feliz. 

Los ojos del público se llenaron de lágrimas. Lágrimas de dolor. Y por primera vez los seres humanos comprendieron que si los animales habían logrado unirse para intentarlo, cuánto mejor lo podían hacer ellos mismos.

El entrenador que estaba cabizbajo y llorando, elevó su mirada hacia el mirlo que estaba emocionado y le dijo que transmitiese el mensaje al delfín, de que inmediatamente serían liberados y que a partir de ese momento, él mismo encabezaría una gran campaña mundial para salvar la fauna marina y para evitar que siga el calentamiento global y también salvar a nuestro continente helado.

En la Antártida Argentina instalaremos nuestra Base para empezar la tarea y para eso usaremos todo el dinero recaudado hasta hoy.

La gente rompió en aplausos y gritos de aceptación y el entrenador sonriente como mono con reloj, dijo a todos los presentes: -No importa si la corriente es "a favor" o "en contra".
Intentemos salvar nuestro hermoso planeta como lo hicieron nuestros amigos, los "Eslabones de la Sal".

FIN

www.marambio.aq - info@marambio.aq