La Chacarera del Pingüíno
Autora: Mónica RODRÍGUEZ DEL REY
Las fiestas escolares tienen esa entrañable conjunción de creatividad, emoción e ingenuidad y en el conurbano bonaerense, no son la excepción.
Sucedió que, finalizado el acto del día de la familia, la directora propuso (mejor dicho comunicó) que para fin del ciclo, los alumnos representarían las distintas regiones argentinas a través de su música o sus danzas.
Todos los presentes respondieron con un aplauso la idea. Ahí nomás, se aclaró que la preparación de los distintos cuadros no se haría por elección, sino por sorteo.
Apareció, entonces, la señorita Silvia de 5° año portando una caja y la secretaria del establecimiento comenzó nombrando a un alumno de cada curso para que extrajera un papel de su interior con el nombre de la zona que representarían.
La primera en salir fue la llanura chaqueña, en manos de una alumna de 1° A, a la que siguieron la Mesopotamia, Cuyo, la Puna.
A excepción de la primera nena que aún leía con dificultad, los demás leían el papel extraído a lo que respondían los presentes con aplauso.
Al llegar el turno de 5° se llamó a Tobías para sacar la región que correspondería preparar a su grupo. Apenas nombró a Antártida e Islas del Atlántico Sur, se hizo un silencio y a la señorita Silvia le tembló la caja entre las manos.
Tobías regresó cabizbajo hacia su sitio en el salón de actos, esperando las cargadas y retos de sus compañeros:
- ¿No pudiste sacar otro papel, nabo?-le preguntó Nacho con bronca.
- Si estaban todos adentro...-justificó Tobías.
- Todos los que antes sacaron los otros- se burló Martín.
- La Llanura Pampeana todavía quedaba-protestó Lautaro.
- Yo que culpa tengo!-intentó defenderse.
- Seño, ¿Usted no conoce alguna música o baile característico del Atlántico Sur?-encaró Matías.
- No. Creo que nada hay en particular-respondió con desaliento.
- Y si cantamos el Himno de las Islas Malvinas?-sugirió Daniela.
- Sólo se refiere a ellas. Toda la escuela lo conoce. Pensemos que algo se nos va a ocurrir-alentó la docente.
Al día siguiente, en toda el aula no se hablaba de otra cosa. Por fín Ariel, salió en defensa de su compañero de banco, que se había convertido en el centro de cargadas:
- Dejen de quemarle la cabeza al chaboncito.
- Pero...¿qué vamos a hacer, seño?-comentó con aflicción Antonella a la maestra.
- Tobías extrajo una región como cualquier otra..-contestó.
- Sí, la peor!-se quejó Santiago.
- ¿Por qué? -insistió Ariel.
-Esta discusión no tiene sentido-intervino la seño Silvia- La extracción con regiones fue limpia. La caja que contenía los papelitos tenía una abertura muy pequeña en la cual sólo cabía una mano. No podía verse el interior. No es la peor. Es una parte más de nuestro territorio. El desafío será para 5° A y lo haremos como grupo-finalizó.
Para poder resolver la difícil tarea, recurrieron a cuanta información se les presentaba. Tanto consultaron viejos libros de texto como novedosas ediciones, el manual de Danzas Nativas e Internet. Accidentes geográficos, flora y fauna, expediciones militares, descubrimientos, Bases, todo hallaban acerca de la zona en cuestión, menos lo que buscaban.
Los días transcurrían y los ensayos de los otros chicos los impacientaba. El salón de actos y el equipo de música, destinados a la preparación de las distintas expresiones artísticas habían sido programados con horarios por grupos para no superponerse.
Claro, en el espacio asignado a 5° A, no había movimientos ni canciones. Los acordes de un Pericón con relaciones, a cargo de 6° se escuchaban desde todos los rincones de la escuela, mientras que en la biblioteca, el murmullo de las mamás que confeccionaban los trajes de los indiecitos que representarían a la región chaqueña, era incesante. ¡Y qué hablar de las carcajadas en las prácticas del picaresco Gato correntino o el alegre Chamamé con los chicos de 4° como bailarines.
Un caluroso jueves los de 5° regresaban del patio hacia el aula, finalizada la clase de Educación Física cuando, al pasar cerca del lugar de los preparativos, escucharon un Carnavalito ensayado por los nenes de 3°.
Pegaron sus narices a los ventanales contemplando el caracol formado, como parte de la danza.
Continuaron la marcha sintiéndose desalentados por no haber hallado aún la manera de participar de la fiesta que se avecinaba.
- Todos ensayando y nosotros, cero-murmuró Matías.
- Andamos con la cola entre las patas, por no poder...-protestó Santiago.
- ¡Alto! Repetí lo que dijiste, amigo-interrumpió Ariel.
- ¿Lo de la cola entre las patas? Mi abuelo lo dice y me explicó que es cuando...
- Ya se lo que significa.
- ¿Y entonces?
- Se me acaba de ocurrir una idea. Vamos al aula !-ordenó Ariel apurando el paso.
Los compañeros lo siguieron con curiosidad sin imaginar de qué se trataba, pero dando por hecho que era algo muy ocurrente viniendo de él. Ya nuevamente en clase, contó lo pensado:
- Nosotros en 3° bailamos la Chacarera de los gatos con la seño Noemí.
- Eso era para el 9 de julio, llevábamos galeras y colas de papel crepe-sonrió Tobías.
- Dejémoslo hablar. Sí, te referís al tema de María Elena Walsh-asintió Silvia.
- Obvio.
- ¿Qué tiene que ver Tucumán con la Antártida o el Atlántico Sur?-negó Santiago.
- Vamos a camuflar los personajes y la letra-dijo resuelto el ingenioso.
- La idea me parece buenísima- se entusiasmó la seño Silvia.
- ¿Usted sabe bailar chacarera?
- Bastante. El profe de Música nos puede ayudar haciendo los arreglos...-continuó la docente.
- ¡Genial!
- No sé los demás, pero yo todavía no entendí cómo es el rollo...-confesó Antonella con timidez.
- Fácil. En la canción se habla de gatos que se pueden cambiar por pingüinos y en vez de ir a Tucumán éstos van a concursar en alguna Base Antártica –explica Ariel.
- ¡Eso es una truchada! –advirtió Matías.
- Hablá con propiedad: a eso se le llama plagio-corrigió Daniela.
- ¿Es truchada o plagio?-dudó Carolina.
- Ninguno de los dos…-aclaró Ariel.
- Sí, porque a la autora no le va a gustar que cambiemos lo que ella pensó-opinó Antonella.
- María Elena ya no existe, pero me animo a decir que, con lo que amaba a los chicos, se sentiría feliz-afirmó la seño sonriendo.
- Entonces, manos a la obra!-dijo Ariel con decisión.
La chacarera de los gatos fue copiada en el lado izquierdo del pizarrón, en tanto la otra, cuya letra inventaban ellos, se anotaba a la derecha.
Entre risas y ocurrencias, fue conformándose una nueva canción, un poco disparatada pero que servía perfectamente a los fines propuestos.
Tres morrongos elegantes Miau miau, miau miau, Toda la ratonería Pues les han pasado el dato Con cautela muy gatuna Mas como el concurso era Volvieron poco después, Le maullaron la verdad Los ratones escucharon Letra: María Elena Walsh |
Tres pingüinos elegantes Cue cue, cue cue Los albatros ya se posan Una foca chimentera Invitaron a pingüinas Y viajaron hacia el sur Mas los bailes sólo eran Sin aplausos ni trofeos, Les dieron la bienvenida Letra: Chicos de 5°A |
El día de la fiesta llegó.
Habían ensayado con entusiasmo y todos tuvieron la oportunidad de participar porque, si bien los bailarines eran sólo seis, había otros animales que acompañaban el relato, el coro que interpretaba la canción adaptada, además de un niño que señalaba en un gran mapa del sector antártico la ruta seguida para llegar al concurso.
Hasta Carlos, el portero, que había seguido todas las peripecias del grupo, tuvo la idea de colaborar, sin que ellos lo supieran, rescatando unas placas de tergopol, listas para ser tiradas a la basura.
Las convirtió en migajas y esperó, escondido, entre las luces en lo alto del escenario, el momento de arrojarlas cual si nevara.
Sólo faltaba conocer la respuesta del público a la creación conjunta.
Apenas fueron anunciados, los chicos de 5° salieron a escena.
Los nervios de los primeros segundos se transformaron rápidamente en euforia al ver cómo los asistentes acompañaban con palmas el ritmo.
El aplauso con que fueron premiados estalló de emoción cuando, en el saludo final, comenzaron a caer sobre los pequeños artistas copos de nieve...