Antárticos argentinos reciben reconocimiento
del gobierno nacional
Durante la conmemoración del Día de la Antártida Argentina (2019)
Este año, el 26 de febrero se llevó a cabo en el Museo Casa Rosada, de la Ciudad de Buenos Aires, el acto central por el Día de la Antártida Argentina, donde se hizo presente el Presidente de la Nación Argentina, Ingeniero Mauricio Macri.
Del acto participó el canciller Jorge Faurie, quien junto al ministro de Defensa, Oscar Aguad, quienes hicieron entrega de un reconocimiento a científicos y logísticos antárticos.
EXPEDICIONARIO AL DESIERTO BLANCO Dr. RODOLFO AUGUSTO DEL VALLE
Es Doctor en Geología de la Universidad de Buenos Aires e inició sus actividades antárticas en 1973 y fue Coordinador de Ciencias de la Tierra del Instituto Antártico Argentino (IAA) por más de 30 años.
Realizó cursos de posgrado en Alemania, Polonia y en República Checa.
Entre 1973 y 2010, formó parte de más de 40 campañas científicas en la Antártida y en la Patagonia, la mayor parte de ellas con base en campamentos.
Participó en diversos proyectos sobre geología, paleontología, cambios climáticos del pasado, geología submarina, tectónica, relevamientos geológicos, topográficos y geotécnicos en la Antártida y en la Patagonia.
Con una extensa actividad científica y de divulgación que se refleja en más 200 artículos en revistas y eventos científicos, nacionales e internacionales, capítulos de libros, informes técnicos sobre geología y geotécnica, mapeos geológicos, tectónicos y topográficos en la Antártida, dirección de tesis doctorales y dictado de numerosos cursos sobre geología antártica.
Contribuyó también a la presentación sobre el Sector Antártico Argentino ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental de Naciones Unidas (CLPC).
Fue Jefe de la Base Jubany en el año 1985 (actualmente Base Carlini), y Jefe Científico embarcado entre los años 2004 y 2006.
GLACIÓLOGO INGENIERO PEDRO SKVARCA
El reconocido glaciólogo Ingeniero Pedro Skvarca, es el actual Director Científico de Glaciarum de El Calafate, provincia de Santa Cruz y uno de los más destacados investigadores y conocedores de los hielos antárticos.
Por más de cuatro décadas, se desempeñó como Investigador Científico en el Instituto Antártico Argentino (IAA).
Es Ingeniero geodesta-geofísico, recibido en la Universidad de Buenos Aires, quién fue Jefe de la División Glaciología del Instituto Antártico Argentino (IAA) durante más de 30 años (1979 -2013).
Participó como director de proyecto en más de 40 campañas en la Antártida, así como en el Hielo Patagónico Sur. Pionero en los estudios glaciológicos en Antártida, especialmente en las Barreras de Hielo Larsen A y B, donde recolectó valiosa información glaciológica en el terreno antes y después de su desintegración.
Sus investigaciones se plasmaron en numerosos trabajos publicados en revistas científicas internacionales, entre ellas las prestigiosas Nature y Science.
Se destacan asimismo sus aportes a los informes de 1994 y 2001 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
Es miembro de la Sociedad Glaciológica Internacional, miembro de número de la Academia Nacional de Geografía, e integró el Grupo Permanente de Ciencias Físicas del Comité Científico de Investigaciones Antárticas (SCAR).
Participó en la presentación sobre el Sector Antártico Argentino, ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental de Naciones Unidas (CLPC).
Fue asesor técnico para el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto en cuanto a la delimitación del límite internacional entre la Argentina y Chile en la Patagonia.
Eximio andinista, conquistó varias primeras cumbres. En 1969, ascendió al Cerro Aconcagua y determinó exitosamente el valor de gravedad en la cima, medición que ostentó el record en altura durante dos décadas.
La distinción a Pedro se suma a la que el mes pasado recibió de su país natal, de manos de la embajadora de Eslovenia Jadranka Sturm Kocjan, en la sede del Museo del Hielo Glaciarium.
Dra. MARTA ELBA GHIDELLA
Es Licenciada y Doctora en Ciencias Físicas en la Facultad de la Universidad de Buenos Aires y entre los años 1976 y 1986 se desempeñó en la entonces Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE).
Se incorporó al plantel científico del Instituto Antártico Argentino (IAA) en 1987 donde desarrolló su trabajo de tesis doctoral sobre la aplicación de métodos de interpretación de datos geomagnéticos en el estudio de la evolución tectónica del continente antártico.
Se dedicó durante treinta años de su vida laboral a la investigación antártica, dejándonos un valioso legado a través de su prolífica producción de publicaciones científicas, formación de recursos humanos y una activa participación en el Comité Científico de Investigación Antártica (SCAR - por sus siglas en inglés), en cuyo ámbito lideró el Proyecto Digital de Anomalías Magnéticas Antárticas (ADMAP - por su siglas en inglés), posicionando a nuestro país en el más alto nivel científico internacional.
Merecen ser destacados también sus valiosos aportes en la presentación sobre el Sector Antártico Argentino ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental de Naciones Unidas (CLPC) y al estudio del Mar Argentino tanto en el ámbito Atlántico Sudoccidental como en la Antártida.
SARGENTO AYUDANTE EXPEDICIONARIO AL DESIERTO BLANCO FABIÁN CARLOS DÍAZ
Recibió su reconocimiento por sobrevivir casi 24 horas al intemperie en la Antártida.
El 26 de agosto de 2017, siendo integrante de la Dotación 2017 de la Base Carlini, salió en una patrulla hacia el glaciar Yamana para buscar una carga que había lanzado un avión DHC-6 Twin Otter de la Fuerza Aérea Argentina.
Cuando regresaban, una sorpresiva tormenta de viento blanco los atrapó.
Fue entonces cuando el sargento ayudante Fabián Carlos Díaz, que iba en la última moto de nieve, cayó al pisar un desnivel en el hielo.
Sin percatarse del accidente, la patrulla siguió y también su moto de nieve ya que por el frío se le había congelado el cable del acelerador.
Al caer, trató de atrapar la moto, de alcanzarla; pero con el acelerador pegado le fue imposible y se perdió de vista en la cortina de nieve y viento, en un viento blanco que no le permitía ver nada.
En la patrulla iban casi pegados con las motos y mirándose constantemente, así que se dieron cuenta enseguida; frenaron las tres motos; empezaron a buscar, pero al alejarse caminando de las motos se dieron cuenta que también corrían el riesgo de perderse y podrían estaban separados por unos 10 metros, pero no se podían ver.
Entre ellos se gritaban, pero el viento y la nieve les tapaban las voces; se tiraron bengalas pero ni eso lograba atravesar esa cortina blanca que no les permitía ver a más de un metro.
Al avanzar el Sargento Ayudante Diaz en esas condiciones tenían también el peligro de las grietas, por eso no pudo desplazarse mucho porque se corría el riesgo de desorientarse, no sabía si podía pisar una grieta cubierta por nieve polvo y quedar enterrado y ese desconocimiento del terreno le impedía avanzar, estaba pisando seguro en el lugar donde se encontraba, que era hielo bien duro y firme.
Para esa fecha, era plena noche polar, o sea que todo lo que se podía ver era blanco y negro, la nieve y la noche cerrada, a partir de las 15:30/16:00 horas.
Esas condiciones meteorológicas duraron hasta el día después; el temporal empezó aproximadamente a las 14:00 horas y se extendió hasta las 08:00 horas del día siguiente, pasando una noche entera con temperaturas inferiores a los 30°C bajo cero.
Sin la moto, sin carpa, tan solo con el equipo que llevaba puesto intentó hacer lo que aprendieron en el Curso Conjunto Antártico y en los cursos de montaña, intentó hacer una cueva de nieve, pero estaba sobre el hielo, quiso juntar nieve para hacer una pared que lo resguardara, pero era nieve polvo que se volaba con el viento, entonces juntó un poco de nieve para hacer un banco y se sentó de espaldas al viento, con las piernas estiradas, sabiendo que ya no se iba a poder parar.
Esta era la forma de estar más cómodo; sabía que si encogía las rodillas o se ponía en posición fetal sería peor porque iba a quedar duro y le costaría mucho más estirarlas y al final esa fue la decisión más acertada, porque al transcurrir la noche, cuando empezó a sentir más frío, sobre todo en los dedos de los pies, podía moverlos y reactivar la circulación.
Sabía que si se dormía, seguramente no se despertaría, entonces constantemente se hablaba a sí mismo para mantenerse despierto.
Para sobrevivir psicológicamente, fue difícil, porque el ruido del viento blanco es insoportable, además no hay nada en qué entretener la vista, todo es el blanco de la nieve y el negro de la noche.
El Sargento Ayudante Diaz aplico sus conocimientos para afrontar esa situación, buscó algo que le diera valor para sobrevivir a lo que estaba pasando, empezó a rezar, lo hizo mucho toda la noche, cantaba, hablaba con mi familia y lo hacía todo en voz alta porque no quería escuchar el ruido del viento y también descubrió que al hacerlo así lo ayudaba a calefaccionar su cara y en los momentos en que se quedaba callado sentía que le venía el sueño y se obligaba a reactivarse.
Cuando hablaba solo, lo hacía con su esposa, con sus hijos (tres nenas y un varón) y con sus padres y les decía que todo va a salir bien, que se van a volver a ver; realmente fue una situación muy difícil que Diaz no puedo recordar sin emocionarse.
Cuando pasó la tormenta pudo orientarse, estaba de espaldas a la base, quiso pararse pero tenía las piernas entumecidas, entonces comenzó a frotárselas para reactivar la circulación hasta que se pudo parar.
Tenía al frente el mar inmenso, a la izquierda el glaciar Yamana de donde venían y a su espalda la Base Carlini, entonces empezó a caminar hacia el cerro Tres Hermanos que es donde están las instalaciones a unos 6 o 7 kilómetros y llegó después de aproximadamente 2 horas.
Solo tenía dos uñas negras en la mano derecha y mucho frío en los pies; el médico en la base constantemente le preguntaba cómo estaba y no entendía cuando le decía que estaba bien.