Un infarto... y Dios estaba en Marambio
Autor: Dr. Juan Carlos MARTÍNEZ
Primer Teniente (Rva) Expedicionario al Desierto Blanco
Médico de la Base Marambio - Dotación XXVI (1994/95)
Mayo de 1995, llegan tres profesionales a la Base Marambio, solo por unos días. Realizaron la evaluación para la instalación de energía eólica para reemplazar a los generadores diésel.
Uno de ellos era el Ing. Antonio Nicolás GILLARI.
Al día siguiente de su llegada, ante un frío típico del lugar, siendo horario matinal soy llamado de URGENCIA al consultorio de la base ya que uno de los profesionales recientemente llegados no se sentía bien.
Al llegar al lugar, ya se encontraba el enfermero, Cabo Primero Jorge Manuel ALBORNOZ, junto al paciente quien estaba en la camilla.
El enfermero ya le estaba tomando la tensión arterial. Ante la primera y clásica pregunta médica de “¿Qué le anda pasando Ingeniero?... Su respuesta fue tan contundente que mí actitud cambió automáticamente ante la exposición de sus síntomas y mi confirmación semiológica de frente a qué situación estábamos.
Su descripción era muy elocuente: dolor en el pecho, dolor que se expande al brazo izquierdo, cuello, falta de aire (disnea) o dificultad respiratoria.
El enfermero me trasmite que su tensión arterial era un poco alta. Decido auscultarlo y su corazón latía un poco más rápido de lo normal (taquicardia).
Le indico al enfermero que le administre medicina para la situación. Intenté disminuir su dolor, mitigar su dificultad respiratoria y evitar gasto cardíaco innecesario.
Después de esta intervención le indico (mejor diría: “le ordeno”) reposo absoluto.
Para ello lo acompaño al ingeniero a una habitación y refuerzo su cuidado colocando personal de la fuerza que impidiese que el paciente hiciese algún tipo de esfuerzo, lo cual era prohibitivo.
Mientras tanto hablo con el jefe de la Base Vicecomodoro Roberto Colodro (Río cuártense como yo) poniéndolo en conocimiento de la gravedad del cuadro médico que presentaba el Ingeniero.
En el diálogo me comunican que el Ingeniero tenía programado volver al continente en la última entrada del Hércules C-130 a Marambio, es decir quedarse unos días más, ante lo cual informo que eso sería correr “demasiado riesgo” y que el paciente tendría que volver a continente “cuanto antes”.
Al día siguiente el Hércules sobrevuela Marambio y por depositarse un manto de nube sobre la pista, la tripulación decide volver a Río Gallegos sin aterrizar en Marambio.
Al otro día, pasa exactamente lo mismo. Mientras tanto me comunico con médicos de la Fuerza Aérea en Río Gallegos y Palomar informando del estado clínico del paciente.
Esos días en la base lo recuerdo como días “eternos”, permanentemente controlando al paciente a cada instante y mí desesperación se acrecentaba cuando personal de la dotación me avisaban que el ingeniero se había levantado y que quería salir a la intemperie antártica.
Esos días controlamos su angustia hasta su partida de Marambio. ¿Quién lo salvó? Yo NO, con seguridad. Lo más importante fue la velocidad con la cual el paciente llego al consultorio y fue atendido.
“TIEMPO PERDIDO ES MÚSCULO PERDIDO”. Y lo más importante: DIOS estaba en Marambio.
De una u otra forma, él me ayudó a hacer lo que hice y que el Ingeniero tuviera una respuesta satisfactoria a lo indicado que le permitiese llegar a Buenos Aires.
A la semana me llega la información de las intervenciones cardiológicas que tuvo el paciente y de su estado. A las semanas, siendo las 8hs en la formación de la dotación, el Jefe de Base decide leer un fax, el cual fue enviado a la dirección de Sanidad de la Fuerza Aérea y a la Base Marambio.
En dicho fax el Ingeniero Antonio Nicolás GILLARI agradece a mi persona por la atención recibida ante su problema de salud.
Creo que recién en ese momento tomé real dimensión de lo sucedido, razonar que muchísimas veces lo humano es más importante que la tecnología, que el acompañar y contener es la mejor medicina, que cuando los recursos son escasos los podemos suplantar con presencia y dedicación.
Claro, como todos los que pasamos por Marambio sabemos que…. PARTE DE MI CORAZÓN QUEDO EN MARAMBIO Y PARTE DE MARAMBIO…. VIVE EN MI CORAZÓN.
Anécdota similar contada por el paciente Ingeniero Antonio Nicolás GILLARDI, puede verla aquí.